La primera generación del Black Metal nació básicamente de los experimentos de bandas como los noruegos 666, Mercyful Fate y Death SS, además de la inminente revolución de los ritmos de la NWOBHM. Del vientre británico nació un grupo llamado Venom quienes fusionaron sus violentos ritmos con letras que coqueteaban con el satanismo y la malicia y quienes con su álbum “Black Metal” (1981) abrieron la brecha marcando un nuevo rumbo para la música de culto oscuro. Sin embargo, no fue hasta 1983 cuando un joven sueco llamado Thomas Börje Forsberg, más conocido como Quorthon, usó el término Black Metal para unir aquellas líricas a un estilo de música que sentaría las bases un género caótico, oscuro y violento como no se había visto hasta entonces. El experimento de Quorthon fue titulado Bathory, tomando el nombre de la infame “condesa sangrienta” Erzsébet Báthory, y fue el faro en la neblina para que una secuela sin fin de artistas comenzase a experimentar con aquel sonido en Sudamérica, el este de Europa y América del Norte sentando la técnica definitiva de cómo se tenía que tocar el estilo que hoy conocemos como Black Metal. Pero Bathory lejos está de ser sólo considerada una banda precursora de la vertiente más impía del metal puesto que también fueron parte del génesis de lo que hoy se conoce como Viking Metal o Pagan Metal, intercambiando voces limpias y guturales con sus ritmos lentos e instrumentación étnica. Conmemorando los 15 años de la partida física del padre de la criatura, en esta nueva edición de indispensables te dejamos cinco de sus más impíos himnos.
1. Sacrifice
Quorthon trabajó a tiempo parcial en el pequeño sello discográfico Tyfon, que era propiedad de su padre, Börje Forsberg. A finales de 1983, el sello estaba trabajando en una recopilación de canciones de bandas de metal escandinavo. Sin embargo, a último minuto, una de las bandas se retiró. Tyfon aceptó que Bathory apareciera en el registro como reemplazo. El álbum, llamado “Scandinavian Metal Attack”, fue lanzado en marzo de 1984 y fue la primera aparición registrada de Bathory. Entre las canciones grabadas se encuentra “Sacrifice”. En palabras de Quorthon: “Elegimos “Sacrifice” porque estaba muy cerca de Motörhead, tanto en estilo como en sonido, y todos éramos grandes admiradores de Motörhead.” La canción tuvo su digna regrabación en el LP debut lanzado más tarde ese mismo año, aunque según Quorthon “Fuimos y grabamos una versión diferente y bastante pobre, creo. Era una canción simple de tocar. Era bastante vieja para entonces y a todos nos salía como agua corriente. Pero básicamente la tiramos a la basura. En ese entonces, pensamos que quedaba muy bien explotar así, algo así como “¡Hey! ¡Qué rápido podemos tocar!“. Pero haciéndolo de esa manera creo que perdió peso e impacto.” Por más que su creador no esté de acuerdo, esta canción es considerada un himno de batalla entre las huestes blackmetaleras hasta hoy en día.
2. Call from the Grave
El álbum debut autotitulado fue un éxito en el circuito under europeo. Las líricas inspiradas en Black Sabbath, junto a un sonido aún más rudimentario que el de Motörhead y la imagen de Venom, hacían de Bathory un híbrido bastante singular que poco a poco fue ganándose su base de fans. Al encontrar ciertos problemas para dar con músicos competentes y entregados al proyecto, Quorthon se haría cargo del bajo y la guitarra y un año más tarde lanzaría “The Return…” (1985), un disco en la misma línea que su antecesor con ligeros indicios de Death Metal. Fue con el tercer trabajo en estudio, titulado “Under the Sign of the Black Mark” (1986), donde Quorthon comenzó a incursionar en canciones más largas y con más arreglos pero sin dejar de lado el sonido caótico que tanto caracterizaba a su agrupación. Esto en parte a que en aquel momento el nuevo baterista, un joven de 18 años llamado Pålle Lundberg, introdujo a Quorthon a la música clásica. El resultado fue uno de los discos clave en la mitología del Black Metal nórdico que explotaría pocos años más tarde con la Segunda Ola del Black Metal. Una de las canciones más recordadas de este hito es “Call from the Grave” con una armonía de guitarra triple y un destacado solo de guitarra que incluye un fragmento de la siniestra e infame marcha fúnebre de Frederic Chopin. La letra relata la horrible sensación de ser enterrado vivo.
3. One Rode to Asa Bay
Con “Blood Fire Death” (1987) se conocería por primera vez una alineación estable de Bathory bajo los nombres de tres demonios: Quorthon (guitarra y voz), Kothaar (bajo) y Vvornth (batería). El satanismo y la maldad fueron lentamente menguando de los versos de sus composiciones para dar paso a la mitología nórdica y los himnos de batalla. Así mismo, las estructuras de las canciones fueron dilatándose en segundos y los ritmos desenfrenados se abrían para dejar espacio a arreglos complicados y el uso de coros y teclados. Todos estos elementos explotaron en el subsiguiente álbum titulado “Hammerheart” (1990) lanzado bajo el sello Noise y considerado el primer disco de Viking Metal de la historia. Coros heroicos a cuestas, voces limpias y melodías de ritmos lentos y pesados se hacían con el control del disco fraguando una identidad diferente pero igual de efectiva en la agrupación. A pedido de los fans, se grabó el primer y único videoclip de la banda para la canción “One Rode to Asa Bay”, convirtiéndose en uno de sus cortes más aclamados. La letra trata de la perversión de las vidas de los nórdicos por parte de la religión extranjera: el cristianismo y cómo éste obligó a los normandos a renunciar a su forma de vida por algo en lo que no creían. También muestra la negligencia de los nórdicos a inclinarse hacia el cristianismo en el sentido de que el anciano que se menciona en la canción, protege a su pueblo y desea que el cristianismo se vaya para que él y su gente puedan llevar sus vidas como lo habían hecho durante años.
4. Blood on Ice
Black Mark Records sería el nuevo sello de Bathory desde 1991 en adelante. Bajo esta etiqueta se lanzó “Twilight of the Gods” (1991), una continuación aún más melódica de “Hammerheart”. Fue en ese entonces cuando Quorthon dio la noticia de que sería el último trabajo de Bathory y que dedicaría su tiempo a su carrera en solitario, la cual constó de dos álbumes más emparentados con un hard rock o un grunge que con cualquier tipo de metal. Afortunadamente, Bathory volvería al ruedo, aunque solo con Quorthon en las filas y no de la mejor manera: los discos “Requiem” (1994) y “Octagon” (1995) resultaron tan experimentales, virando hacia un thrash caótico y al metal industrial respectivamente, que no cayó bien en el núcleo de sus fans. Respondiendo a las plegarias, en 1996 Bathory lanzaría “Blood on Ice”, un álbum que recopila viejas canciones escritas durante la marcha en formato conceptual, relatando la historia de un joven que busca venganza por un hecho ocurrido durante su infancia. En parte, el cuento está inspirado en la ópera de Richard Wagner “El Ocaso de los Dioses” y en la historia de Conan el Bárbaro. El tema título da inicio a la saga, en donde la villa donde vive el protagonista es atacada por otra tribu de normandos, llevándose a las mujeres y niños y asesinando a los hombres. Éste consigue escapar y vivir exiliado en los bosques durante quince años aprendiendo las lenguas de los animales para sobrevivir.
5. Ring of Gold
Casi seis años transcurrieron hasta que Bathory volvió a lanzar un álbum de estudio, en donde se sucedieron las ediciones de diversos álbumes recopilatorios y compilados de rarezas. En 2001 vio la luz la placa “Destroyer of Worlds”, un disco mitad pagano, mitad caótico, dedicado a los fans que habían alimentado con su fuego a la leyenda. Un año más tarde, en 2002 y con nula anticipación, llegaría “Nordland I”, la primera parte de otra entrega de cuentos mitológicos, heroicos y paganos que se complementaría al año siguiente con su continuación “Nordland II” (2003) (Años más tarde se editaría como disco doble bajo el nombre de “Nordland”). El sonido de Bathory volvía a indagar en los instrumentos étnicos, guitarras acústicas y ritmos pesados y lentos de carácter épico para poner punto final a su legado: En 2004, Quorthon fue encontrado muerto en su apartamento por un ataque cardíaco. Entre las piezas más recordadas de este último azote de Bathory se encuentra la bella balada “Ring of Gold”, una pieza evocadora y rica en imágenes que relata el romance de un guerrero normando con una dama de la cual tiene que desprenderse porque ha llegado la primavera, los fiordos se están abriendo y los hombres se preparan para navegar hacia la guerra. Antes de que se vaya, se dispone a reunirse con ella cerca de un pozo para proponerle matrimonio. Se presume que la historia tiene un final feliz, aunque nunca lo sabremos.
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