A comienzos de los noventa, en Suecia, más precisamente en la ciudad de Gotemburgo, se estaba gestando un movimiento que daría un giro trascendental en la historia del metal extremo. Se lo apodaría entonces “Sonido de Gotemburgo”, caracterizado por combinar los aspectos del heavy metal tradicional, como guitarras armónicas y riffeo rápido, con guitarras distorsionadas, blast beats del death metal y un estilo vocal que menguaba entre tonos melódicos, fuertes gritos y gruñidos. Los abanderados de este estilo fueron las bandas At the Gates, In Flames y Dark Tranquillity, formando el tridente del Death Metal Melódico sueco. Mientras que los primeros duraron poco (hasta su reunión en 2010) y los segundos viraron sus horizontes hacia un estilo más moderno, Dark Tranquillity siguió manteniendo las bases del sonido de Gotemburgo fraguando una discografía pareja y cargando sus composiciones de una poesía introspectiva surrealista, deambulante entre lo gótico y lo dantesco. En esta nueva edición de Indispensables, enfrentamos el desafío de desentrañar los misterios de cinco de sus más notables composiciones.
1. Punish My Heaven
“The Gallery” (1995), sería el segundo álbum de los de Gotemburgo y hasta el día de hoy, referido por la prensa y muchos de sus seguidores como la cumbre de su carrera y una obra maestra de la época, formando junto a “The Jester’s Race” de In Flames y “Slaughter of the Soul” de At the Gates, el tridente impío del Death Metal Melódico sueco. Difícil es la tarea de escoger una entre las diez gemas que componen tamaña proeza, pero “Punish My Heaven”, la canción apertura, es aquella que la agrupación más recuerda a la hora de subir al escenario: un genuino testamento del génesis del Death Metal Melódico. Numerosas son las interpretaciones sobre el significado de los versos escritos por Mikael Stanne y Niklas Sundin para amoldar a la música de este opus. Una de estas sugiere que la rebelión comienza dentro de uno mismo, negando la dicha de lo esperado (la norma) y sumergiéndose en la oscuridad de lo desconocido para redefinir su propia imagen desde el lado de la apariencia, la conducta y la espiritualidad. Otra visión sugiere la de no arrepentirse de nada en el lecho de muerte y preferir ser juzgado antes de la absolución. Sea como fuere, Dark Tranquillity no solo comenzaba a izar la bandera de un nuevo estilo, si no también se perfilaba como una de las bandas más destacadas en el campo poético.
2. ThereIn
Como corolario de “The Gallery” (1995), dos años más tarde Dark Tranquillity lanzaría “The Mind’s I” (1997), una transición más cercana a su antecesor directo que a su sucesor en donde las composiciones comenzaron transformarse en algo más oscuro y melancólico, haciendo mayor uso de las voces femeninas y los arreglos acústicos. Todos estos elementos se explotarían aún más en el consiguiente “Projector” (1999) el cual a pesar de la evolución de su sonido, siempre se lo nombra entre las obras más sobresalientes del quinteto sueco por la calidad de sus himnos. Entre estos está “ThereIn” con su melancólico aunque pegadizo estribillo; una favorita tanto de la banda como del público a la hora salir a encontrarse unos con otros sirviendo como puente para la interacción en donde Stanne releva su rol de vocalista a sus fanáticos. Una vez más las letras resultan harto metafóricas, pero la teoría más acertada sugiere que estas hablan sobre la belleza del cambio y la batalla entre los opuestos a través de ciertos conceptos filosóficos y científicos. Para ser precisos, de la filosofía de Heráclito que reza: “La oposición trae concordia, de la discordia viene la armonía más justa.”. ¿Una manera de justificar la evolución en el sonido de la banda tal vez?
3. Lost to Apathy
Ya que hablábamos de opuestos en la canción anterior, nada resulta más contrastante que lo que sucedió a continuación en la carrera de Dark Tranquillity: “Haven” (2000) continuaría el camino de su antecesor explotando el costado melódico aún más, incorporando teclados y elementos electrónicos, dando como resultado canciones a medio tiempo con un uso mayor de voces limpias. Por supuesto, esto dividió las aguas entre la prensa y los fanáticos y, como respuesta a esto, dos años más tarde llegaría “Damage Done” (2002) en donde los de Gotemburgo patearon el tablero volviendo a los riffs desenfrenados, guitarras súper distorsionadas y voces desgarradoras. Fue con “Character” (2005) donde finalmente estas dos facetas se darían la mano para alumbrar un puñado de composiciones memorables que recibieron elogios desde los cuatro puntos cardinales. La canción de apertura, “Lost to Apathy”, se ha convertido desde entonces en una elección ineludible a la hora de referenciar este disco. Curiosamente, este es uno de los pocos poemas escritos por Stanne y Sundin que contiene un mensaje claro: se trata de usar la apatía como un mecanismo de afrontamiento para los problemas personales y para la vida en general.
4. Misery’s Crown
Dos años más tarde llegaría “Fiction” (2007) el cual se convertiría en el álbum más radial de la agrupación de Gotemburgo al embellecer sus composiciones con una cuota inusual de gancho, fraguando cortes irresistibles. El disco fue tan accesible que desde entonces la agrupación ha optado por incluir una cantidad considerable de estas canciones en su repertorio en cada gira. La mayor parte de ellas han quedado inmortalizadas en el DVD y doble en vivo “Where Death Is Most Alive” (2009) grabado durante la gira de presentación del disco en Milan, el 31 de octubre de 2008. Cada concierto de Dark Tranquillity desde entonces culminó de la mano de “Misery’s Crown”, un hit indiscutible con una melodía de teclado adictiva y en donde Stanne se luce intercalando versos y estribillo con su voz limpia y gutural respectivamente. La letra dibuja la sensación de ser traicionado por alguien muy cercano y el momento en que uno dice basta.
5. Atoma
Tras el éxito con “Fiction” (2007), Dark Tranquillity intentó repetir la fórmula alumbrada para sus siguientes lanzamientos logrando resultados sólidos y contundentes, aunque sin llegar al status de consagración que tuvo este éste primero. En parte tal vez atribuido a que el tecladista Martin Brändström se volcara de lleno a la composición de estas obras como no lo había hecho antes. “We are the Void” (2010) fue un disco directo y tribunero, mientras que en “Construct” (2014) se volvió a vislumbrar la faceta más melancólica y oscura de la banda. Combinando sabiamente las virtudes de ambos, en 2016 vio la luz la placa “Atoma”, que sin lugar a dudas representa su trabajo más satisfactorio en la corriente década. La canción que da nombre al trabajo fue lanzada como adelanto y es digna de formar parte de cualquier “best of” de la agrupación, siendo una de las canciones más efectivas de su repertorio en el nuevo milenio, retrotrayéndonos a sus años dorados. La letra relata de manera ambigua cómo se deben enfrentar las adversidades.
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