Luego de la salida de Ozzy Osbourne, vocalista original de la banda, el comienzo de la década del 80 no parecía prometedor para Black Sabbath, sumándose luego la momentánea ausencia de su bajista Geezer Butler debido a su idea de dejar la agrupación. Sin embargo, para reflotar la nave Tony Iommi tendría reservado un pequeño gran as bajo la manga: Ronnie James Dio.

Por aquel entonces, Dio ya era un nombre reconocido y respetado dentro de la consolidada escena del rock duro británico. Una auspiciosa seguidilla vocalizando los trabajos de Ritchie Blackmore en Rainbow lo presentaban como uno de los mejores cantantes que se podían encontrar en el ambiente, y hacia él se dirigió la propuesta de Iommi para sumarse a las filas de Black Sabbath ante la salida de Osbourne, despedido de la banda hacia mediados de 1979.

Con Dio ya en la banda, las diferencias de estilos entre el actual y el anterior vocalista se hacían evidentemente notorias ni bien comenzaron los ensayos. Tony Iommi recuerda: “Eran totalmente diferentes. No sólo con respecto a la voz, sino a la actitud. Ozzy era un gran showman, pero cuando Dio llegó, era una actitud diferente, una voz diferente y una propuesta musical diferente, más allá de la voz. Dio cantaba a través del riff, mientras que Ozzy lo seguía, como en ‘Iron Man’. Ronnie llegó y nos dio otro ángulo desde el cual componer”.

Al cambio de cantante se le sumaría la incertidumbre con el bajo, dado que Geezer Butler dejó momentáneamente la banda, considerando dejar la agrupación, y fue reemplazado por Geoff Nicholls, proveniente de la banda Quartz. Esta renovada formación de Black Sabbath, completada con el baterista Bill Ward, entró en los Criteria Studios de la soleada Miami en noviembre de 1979 para comenzar la grabación del próximo álbum. Dos meses después, Butler regresó a la banda y Nicholls pasó a encargarse del teclado. Producido por el histórico Martin Birch, “Heaven and Hell” comenzaba a tomar forma.

“Neon Knights” abre la placa a pura velocidad y contundencia, con un Dio armonizando el trepidante riff de base. Fue la última canción de “Heaven and Hell” en componerse y la única en la que Geezer Butler participó en la composición, dada su temporal ausencia de Sabbath que le impidió participar en la creación del resto del material, compuesto durante su ausencia. El potente medio tiempo “Children of the Sea” sería el primer fruto nacido de la incorporación de Dio a Black Sabbath: durante los primeros ensayos con el cantante, Tony Iommi le pidió vocalizar la melodía musical ya compuesta, a lo que el impulsador de la mano cornuta respondería con la majestuosa lírica que da vida a la canción.

La rockera “Lady Evil” se destaca por tu marcado ritmo y el gran trabajo del bajo, así como por el estupendo solo de Iommi a puro pedal wah, recurso no tan habitual en el guitarrista. El punto cumbre del disco llega a continuación, con el homónimo “Heaven and Hell”, convertido posteriormente en todo un clásico de la banda y del heavy metal en general. En este tema encontramos no solo uno de los más populares riffs de Sabbath (lo cual ya es decir mucho, dado el inagotable catálogo de riffs de la banda), sino también una labor consagratoria de Ronnie James Dio, dotando de emoción, potencia y mística a un tema que cierra por todas partes y que a primera escucha convence hasta al más reticente.

“Wishing Well” es una enérgica canción que le sienta a la perfección a Black Sabbath para mostrar un costado más brillante y cálido que el habitual tono lúgubre de su música, posibilitado por el inagotable caudal vocal de Dio. Seguido, “Die Young”, comenzará a puro heavy metal para luego sorprender con un destacado pasaje melódico alimentado con el gran aporte de Nicholls en los teclados, que son atravesados por los riffs y solos de Iommi primero, y luego por el potente vocifero de Dio.

Nuevamente apostando a la brillantez del ecualizador, “Walk Away” es un medio tiempo rockero que nos vuelve a mostrar la amplitud sonora que ahora encara la banda, adaptándose a la voz de Dio y siendo potenciada por esta. Cerrando el álbum, “Lonely is the World” es otro de los puntos más altos del disco, con un Ronnie James Dio en estado de gracia, guiando a la banda a través de su relato sobre la soledad del mundo, soledad que no será tal en este tema donde es acompañado a la perfección por los exquisitos solos de Iommi, una lograda base de Butler en las 4 cuerdas y el estupendo ritmo marcado por Bill Ward. Un cierre épico, a la altura de un disco destinado a hacer historia.

El legado de “Heaven and Hell” de Black Sabbath:

“Heaven and Hell” les permitió a los padres del heavy metal afirmarse exitosamente en la escena en su segunda década de existencia, confirmándose como líderes eternos de la movida. El álbum tuvo una recepción por demás favorable y fue un suceso de ventas, alcanzando certificaciones de oro y platino en ambos lados del océano.

El disco le posibilitó a Black Sabbath expandirse en su propuesta musical, a partir del amplio rango vocal de su nuevo cantante, Ronnie James Dio. Dio, por su parte, comenzó a sellar su lugar como uno de los mejores vocalistas de la historia del heavy metal con esta placa, para luego confirmarlo en su etapa solista y en su posterior regreso a la banda.

Temas como “Heaven and Hell”, “Lady Evil” o “Neon Knights”, se convirtieron en clásicos dentro del catálogo de Black Sabbath y de todo el heavy metal. Además, el nombre del disco llegó a ser tan representativo para la banda que incluso fue utilizado como nombre de la agrupación en una de sus últimas encarnaciones.