La leyenda del hard rock AC/DC tuvo en 1979 uno de los puntos más altos en su carrera musical. Luego de comenzar a encaminar una auspiciosa discografía internacional (con cuatro discos editados internacionalmente, y cinco para el mercado local australiano), la autopista al infierno estaba esperando ser recorrida, y el rock de AC/DC se corporizaría para tomar la forma de un Bon Scott dispuesto a dar una descomunal última función.

“¿Cómo es la vida estando de gira en la carretera?” le preguntaron alguna vez a un joven Angus Young, a lo que el guitarrista de infaltable uniforme escolar respondería con sinceridad: “Es una maldita autopista al infierno”. Esta declaración espontánea valdría la inspiración no solo del título del disco, sino también del primer tema del mismo, “Highway To Hell”. En esta canción, además, se presenta la inspiración de Bon Scott en las letras, haciendo referencia a su ya conocida pasión por el alcohol y las tabernas: “yendo abajo, tiempo de fiesta, mis amigos van a estar allí también“. El tema parte de acordes entrecortados a los que se suma la voz del cantante, para luego explotar por completo en sus estribillos, ofreciendo una progresión musical que fluye naturalmente hasta hacer ebullición en el solo a cargo de Angus Young. Un éxito inmediato que invita a los oyentes a sumarse en sus infinitos coros, para no largarlos jamás.

El sello con el que la banda trabajaba, Atlantic Records, apostaba fuerte en el grupo con la idea de dar un gran salto en el mercado norteamericano. Siguiendo esta idea, contrataron a Eddie Kramer, dejando a un lado a sus productores habituales, Harry Vanda y el mayor de los hermanos Young, George Young. Kramer, un experimentado productor e ingeniero de sonido, era incompatible con el espíritu de los hermanos Young y Bon Scott, e incluso pretendía incluir teclados en el disco, idea que, como imaginamos, fuera descartada sin miramientos por la banda. Al final, quien estuvo a cargo de la producción en los estudios londinenses de Roadhouse fue Robert John “Mutt” Lange, productor que a partir de este disco iniciaría una exitosa relación con AC/DC. Uno de los grandes aciertos del trabajo de Lange, además de contribuir a la mejora de la voz de Scott, fue el de convencer a la banda en darle más protagonismo a los coros para complementar las melodías vocales, como puede escucharse en “Girls Got The Rhythm”, una muy buena canción de ritmo rockero y constante, adornada a la perfección por las voces de respaldo.

“Walk All Over You” comienza apostando al medio tiempo y la cadencia, para luego despegar vertiginosamente con la voz de Scott intercalándose entre los poderosos guitarreos de los hermanos Young, coronándose con un logrado estribillo. Seguido, “Touch Too Much” se erige como uno de los puntos altos de la placa, a partir de su ritmo y el excelso sonido valvular de la guitarra rítmica de Malcolm Young. “El cerebro”, como fuera nombrado a menudo, será recordado eternamente como un genial compositor de rock y esta canción es una cabal prueba de aquello. “Beating Around The Bush”, por su parte, despliega el frenesí del boogie rock que fuera popularizado en los años 60 y que AC/DC se encarga de retomar sabiamente.

Una ráfaga incendiaria arremete en “Shot Down In Flames”, con la típica fórmula de los hermanos Young consistente en intercalar acodes mayores, sustentados en la inquebrantable dupla conformada por el bajista Cliff Williams y el baterista Phil Rudd, siempre correctos y sólidos. “Get It Hot” le permite a la banda acercarse al blues y el rock tradicional, esencia siempre presente en su discografía, antes de ofrecer otro de los temas más destacados del disco: “If You Want Blood  (You’ve Got It)”. En este tema, la presencia de Bon Scott termina de definirse como descomunal, ofreciéndose al completo por la canción, vociferando aguerridamente que si queremos la sangre la conseguiremos, mientras la banda despliega su consagrada fidelidad sonora. Más AC/DC, imposible.

Cerrando el disco, “Love Hungy Man” y la blusera “Night Prowler” ofrecen destacados pasajes vocales para terminar de conformar un excelente disco de Rock en su estado más primario, con una gran banda representada en la voz de un cantante que se convertiría en leyenda. El resto es historia conocida, en febrero de 1980 Bon Scott dejaría su forma física para ingresar al panteón de figuras imperecederas de la música, dejando como último registro un disco tan inmortal como él.

El legado de “Highway To Hell” de AC/DC:

“Highway To Hell” fue un éxito absoluto (fue el primero de sus trabajos en conseguir un millón de copias vendidas) y significó el salto definitivo de AC/DC a los primeros planos mundiales. A partir de este disco el nombre de la banda no haría más que crecer, consolidándose como uno de los pesos pesados de la historia de la música.

Además de ser a menudo considerado el mejor disco de AC/DC, el tema homónimo, “Highway To Hell”, se convirtió en referencia absoluta de la banda y de todo el género, siendo tomado como un verdadero himno del rock.

Bon Scott pasaría a ser una completa leyenda luego del lanzamiento de este disco y su casi inmediato deceso, con su figura inmortalizada en el registro vocal de “Highway To Hell”.