En 1984, tras una seguidilla de grandes discos, Iron Maiden enfocaba su trabajo en la realización de su quinto disco de estudio, y el tercero con Bruce Dickinson en la voz. Para ello, nuevamente se dirigieron a los estudios Compass Point de las Bahamas, contando, como ya era habitual, con la infaltable producción de Martin Birch. Las mieles del éxito de “Piece of Mind” y, sobre todo, de “The Number Of The Beast”, continuaban frescas, y parecía complicado mantener el mismo nivel compositivo. Pero la Bestia demostraría que la historia recién empezaba a escribirse, y, manteniendo la misma formación con respecto a su último álbum por primera vez en su carrera discográfica, darían vida a una de sus máximas obras: “Powerslave”.

“Aces High” inicia el disco con un pesado riff intercalado por el grave bajo de Steve Harris y el redoblante de Nicko McBrain, para dar lugar a un frenético tema que no da respiro. Inspirado en la lucha de la fuerza aérea británica, repeliendo el avance de los bombarderos nazis sobre Londres en la segunda guerra mundial, conocida como “la batalla de Inglaterra”, el tema se desanda en la tradicional fórmula de introducción-verso-estribillo-solo, pero sin caer en obviedades. Aquí la voz de Dickinson vuela tan alto como las citadas batallas aéreas, manteniendo la emoción del relato mientras celebra a los ases de la altura. Un inicio demoledor, que continúa la costumbre de Maiden de salir a patear el tablero de entrada, con poderosos temas para abrir sus discos, y en este caso ofreciendo uno de los mejores (o quizás el mejor) inicios de disco de toda su carrera.

“El reloj del apocalipsis”, término acuñado por el Boletín de Científicos Atómicos de la Universidad de Chicago, es un simbolismo que se refiere al riesgo de que el mundo afronte una guerra nuclear, y alcanzó su punto de mayor peligro en 1953, luego de que Estados Unidos y la Unión Soviética probaran su poderío nuclear con meses de diferencia…dejándolo a solo dos minutos para la medianoche, o sea, para la destrucción del planeta. “Two Minutes To Midnight”, canción inspirada en ese evento, irrumpe como segundo track del disco con un aguerrido riff con aire rockero a cargo de Adrian Smith y evoca los mejores pasajes del rock pesado de aquellos años, con un estribillo que invita a ser coreado hasta el infinito y un gancho inoxidable en sus casi 6 minutos de duración.

Emulando sus primeros trabajos, nuevamente se vuelve a incluir un tema instrumental en esta placa: “Losfer Words”, que cumple con potentes riffs y buenos pasajes solistas. La pasión de Bruce Dickinson por la esgrima se refleja en temas como “The Flash of the Blade” y “The Duellists”, aunque esta última fuese compuesta por Steve Harris. Este es el momento de encontrar al Iron Maiden tradicional, el de la lírica épica y los solos melodiosos, con Dave Murray y Adrian Smith desplegando talento e inventiva en cada intervención instrumental, siempre bajo el comando del bajista fanático del West Ham. Misma fórmula que se evoca en “Back to the Village”, continuación de la canción “The Prisioner”, del disco “The Number Of The Beast”.

Una alegoría, con cierto toque irónico, sobre la figura de las estrellas de rock como faraones modernos, daría pie a la más célebre contribución de Dickinson en el disco: el tema homónimo, “Powerslave”. “Las estrellas de rock llevan a todos sus seguidores consigo, a medida que avanzan…pero, al final, todo es solo una tumba vacía…entonces ¿Cuál fue el punto de todo esto? En ese entonces estaba comenzando a convertirme en lo que sentiría al final de la gira; ‘un esclavo del poder de la muerte’”, resume el cantante al recordar el momento de su composición. Un poderoso riff irrumpe después de su oscura introducción, machaqueando las estrofas por medio de las que la voz de Bruce nos sumerge en los ojos de la noche. La canción también presenta también algunos de los mejores solos de guitarra que la excelsa dupla Murray/Smith aportó a la discografía de la Doncella de Hierro, convirtiendo al tema en uno de los más destacados de la placa. El tema, además de ponerle nombre al álbum, terminaría de definir la temática estética del disco, a partir del brillante trabajo del dibujante Derek Riggs con el fenomenal arte de tapa inspirado en el antiguo Egipto.

Para el final del disco, “The Rime Of The Ancient Mariner” nos presenta al Maiden más épico posible. Durante más de tres décadas ostentó el título de ser la canción más larga de la banda, prolongando de gran manera al poema de Samuel Taylor Coleridge que sirvió para su inspiración. En esta canción Iron Maiden no deja dudas: el trono del heavy metal les pertenece. Lo tiene todo: los riffs, la melodía, la voz, los solos (¡los solos!) y un final digno de ovación. Un final más que elocuente para una gran obra discográfica, que de inmediato ubicó su nombre entre los trabajos más encumbrados de esa leyenda llamada Iron Maiden.

El legado de “Powerslave” de Iron Maiden:

Continuando el camino de sus anteriores producciones, “Powerslave” le aportó a Iron Maiden algunos de sus más destacados momentos musicales, situando a temas como “Aces High” o “Two Minutes To Midnight” como clásicos inamovibles de su repertorio. Además, “The Rime Of The Ancient Mariner” presentaría la apertura de un sendero de composiciones progresivas que sería explorado en las siguientes etapas de la banda.

“Powerslave” significó para Maiden una reinvención de su imaginario visual y escénico, como dijera Bruce Dickinson; “nos dio el regalo del Eddie faraón y la magnificencia del escenario, haciendo la teatralidad sensacional”. Los ataúdes, las pirámides, y, por supuesto, Eddie luciendo a tono, pasaron a ser imagen distintiva de la banda, así como también sirvieron de impulso para su propuesta escénica en las posteriores presentaciones en vivo.