Crónica: Rodrigo Garbini / Fotos: Maru Debiassi
Con la excusa de presentar su nueva producción, el quinteto griego llegó a nuestro país por primera vez dejando la huella de un show ardiente.
Combinando el vértigo del Power Metal junto con la empatía irresistible del metal clásico, la propuesta de Firewind resulta harto accesible para los paladares más afines a las composiciones directas y estribillos tribuneros. Aunque a través de sus dos décadas de vida la agrupación ha sido una constante puerta giratoria de miembros, se las han empeñado para mantener un estándar de calidad en sus ocho discos de estudio y mucho de esto se debe a la labor de un virtuoso como Gus G. en guitarras, otrora miembro de Dream Evil, Nightrage y Ozzy Osbourne. Haciendo honor a su nombre, el quinteto helénico llegó por vez primera a la Argentina en lo que sería un show con la fuerza de un tifón abrasador.
Los locales Watchmen y Helker reivindicaron el gran momento que están transitando recurriendo a un corto pero efectivo set que sirvió como aperitivo de una velada caliente. Alrededor de las 21:45, la introducción de “Ode To Leonidas” sirvió de cortina para que los protagonistas aparezcan en escena y así comenzarían a alimentar y retroalimentarse con el fervor de los autoconvocados durante la hora y media siguiente. La excusa era presentar su último trabajo titulado “Immortals” (2017); “La banda se formó en Grecia, y como somos griegos decidimos hacer un disco conceptual acerca del Rey Leonidas y sus valientes espartanos”, narraba Gus G. Por consiguiente, una a una desfilaron “We Defy”, “Hands of time”, “Wars of Ages” y la bella “Lady of a 1000 Sorrows” en donde el nuevo vocalista Henning Basse cumplió satisfactoriamente. Caso contrario ocurrió al interpretar algunos de los cortes clásicos; seamos honestos, Basse dista de tener la versatilidad de Apollo Papathanasio, la agresividad de Stephen Fredrick o la potencia de Chity Somapala, a esto hay que añadirle que su voz estuvo sumamente perjudicada desde el comienzo por los problemas de sonido en donde las guitarras terminaron por eclipsarlo totalmente. Así y todo, el teutón con su carisma terminó metiéndose al público en el bolsillo que festejó la inclusión de cortes de como “Between Heaven and Hell”, “Head up High” y “World on Fire”.
Si de puntos a destacar hablamos, resulta imposible pasar por alto la labor de Bob Katsionis en teclados y guitarra, teniendo que hacerse cargo de ambos instrumentos a veces en simultaneo. El bajo de Petros Christo y la batería de Johan Nunez levantaron una sólida muralla para que Gus G. hiciera y deshiciera a su antojo con sus solos y riffs desenfrenados. Dicho esto no cuesta entender por qué la instrumental “The Fire and The Fury” fue uno de los puntos más celebrados de la velada junto a la tríada arrolladora protagonizada por “Mercenary Man”, “Tyranny” y “I Am The Anger” para poner fin a la primera parte del show.
“Live and Die by the Sword” abriría el turno de los bises mientras que el estallido final vendría de la mano de “Falling to Pieces” de aquel algo lejano “Alliegance” (2006), con la particularidad de contar con un contagiado Gus G. bajando del escenario para tocar el solo y riff final de la canción en el centro de un mosh pit. Entre aplausos y cánticos terminaba la primera presentación de Firewind en suelo argentino. ¿Qué fue lo mejor de todo? Sin dudas, la promesa de volver.
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