Crónica: Roberto Isa / Fotos: Maru Debiassi

La leyenda del thrash metal pasó nuevamente por Argentina, ofreciendo una serie de tres recitales que reavivaron la devoción de sus seguidores locales.

El mundialmente famoso “Megadeth, Megadeth, aguante Megadeth”, quizás el grito de guerra metalero más reconocido, volvió a rugir en suelo argentino, y esta vez por partida triple. Es que la banda liderada por Dave Mustaine ofreció una seguidilla de shows en el Movistar Arena porteño, luego del furor que provocó la venta de entradas en diciembre pasado.

Después de los actos de apertura (Against las dos primeras fechas, Horcas en la tercera), la Sinfónica del Colorado salió a escena con “The Sick, The Dying… and The Dead!”, track de apertura del recientemente estrenado disco homónimo que presentan con la gira actual, y que también incluyó a “We’ll Be Back” en la lista. Seguido, Megadeth desempolvó una gema hasta hace no mucho tiempo olvidada de su extenso catalogo: “Dread and the Fugitive Mind”, una sublime demostración de que hasta en sus discos menos reconocidos (pertenece a “The Wolrd Needs a Hero”, de 2001) se encuentran verdaderos temazos. “Skin o’ My Teeth” y “Angry Again” despertaron la locura en el campo, antes de arremeter con auténticos himnos de la banda como “Hangar 18”, “Wake Up Dead” o “In My Darkest Hour”, encargados de demostrar por qué Megadeth juega de local en estas tierras.

En las tres fechas el setlist mantuvo una estructura similar, pero con lugar para algunas variaciones que permitieron encontrar grandes sorpresas, como por ejemplo “Devils Island”, de “Peace Sells”, presente en el recital del sábado 13, o el muy celebrado regreso de “Countdown to Extinction” a la lista (no era tocada en el país desde 2012, en la gira aniversario de dicho disco), en la fecha del domingo 14 y martes 16, recital en el que también sonó  “The Mechanix”, joya primigenia de Megadeth, junto al tándem de “Rust in Peace” conformado por “Dawn Patrol” y “Poison Was the Cure”. Promediando los shows, queda claro que Megadeth apuesta por una andanada de clásicos, sumamente bienvenidos por la audiencia, que coreó sin parar en canciones como “She-Wolf”, “Sweating Bullets”, “Trust” o en “A Tout le Monde”, donde como siempre son todos invitados a cantar el estribillo por parte de Dave Mustaine.

Megadeth en el Movistar Arena

Sobre la versión actual de la banda, queda en evidencia que la misma goza  de buen presente. Sustentados en un excelso baterista como lo es Dirk Verbeuren, siempre potente y preciso, complementado con las labores súper profesionales de James LoMenzo en el bajo, los coros y la actitud sobre el escenario, y el nuevo integrante, Teemu Mäntysaari, un guitarrista virtuoso que se suma a la lista de grandes violeros que pasaron por Megadeth, justificando su ingreso al ejecutar de manera excelente el magnífico solo de “Tornado of Souls” en cada una de las noches. Pero, claro está, la gran figura es como siempre su líder y fundador, Dave Mustaine. El Colorado se vio en buena forma, sobre todo a la hora de tocar con maestría riffs y solos que son parte de la historia del género, y en una performance vocal superior incluso a visitas pasadas. Esta vez sin demasiada interacción con el público, apenas saliéndose del libreto para destacar al público del domingo por sobre el del sábado, o para informarnos que dichos shows estaban siendo transmitidos a todo el mundo vía streaming.

Sobre el final, llegaron los bises que son tradicionalmente inaugurados con “Symphony of Destruction”, el himno que inmortalizara su “Aguante Megadeth” desde la primera visita de la banda a nuestro país, en 1994. “Peace Sells” suma en escena a Vic Rattlehead, la icónica mascota de la banda, mientras el centro del campo se debate entre rondas y pogos. Para cerrar el show, como es habitual, “Holy Wars” arremete demoledora  y perfecta (salvo por un detalle técnico durante el solo acústico el domingo), encumbrándose como un cierre ideal para los recitales de una de las bandas más importantes del género. Mustaine, quien en reiteradas ocasiones manifestó su devoción por el público argentino, ofrece una retribución en forma de guitarra Gibson flying V con los colores de la bandera nacional para tocar el tema. El público, exultante, celebra haber sido parte de esas tres noches en Buenos Aires, quedando desde ya a la espera de muchas más.