Crónica: Nicolas Cardinale / Fotos: Maru Debiassi

Luego de poco más de dos años, la agrupación alemana regresó a nuestros país para presentar su más reciente trabajo discográfico, “The Living Dead”.

El año que viene se conmemorará el aniversario número cuarenta de los sepultureros y, si bien el paso del tiempo hizo su labor en la estética de sus miembros, continúan con una vigencia increíble, cimentando un legado más que enriquecedor. Eso es lo que se sintió dentro de las paredes de El Teatrito el pasado jueves 2 de mayo, donde los teutones deleitaron durante casi dos horas a un público que ocupó algo más de la mitad del recinto.

Cuando las luces se apagaron cerca de las 21:25, tras las presentaciones de los nacionales Eclipse Final, Castigo y Del Oeste, se experimentó una gran expectativa por parte de la fanaticada, que ya venía preparando la ronda para el pogo desde la finalización del último acto soporte. Antes de que los músicos se muestren en escena, su mascota “The Reaper” les dio la bienvenida, para luego dejarle el lugar al cuarteto y que dé comienzo con “Fear The Living Dead”.

Sorprendió que no hayan hecho hincapié en composiciones plasmadas en su último álbum, solo dos de ellas conformaron el setlist de un total de diecinueve interpretaciones. Esto pudo deberse, probablemente, por las críticas no tan favorables que ha recibido la placa y por su falta de canciones que puedan ser marketineables a la hora de exponerlas sobre el escenario. Las otras diecisiete piezas fueron un perfecto repaso por todo su repertorio, que demostraron que los años no mermaron la calidad vocal de Chris Boltendahl, aunque se notó que debió hacer un esfuerzo grande para alcanzar las notas más altas. Pero el cantante fue inteligente y le entregó su papel a la audiencia para que lo ayude en algunas de esas ocasiones, con bastante éxito.

Así fueron desfilando “The Clans Will Rise Again”, “Lawbreaker”, “The Dark Of The Sun” y “Call For War”, entre otras, en las que el público no se encontraba en su punto más alto, principalmente porque se trataba de un día laboral y muchos entraron a Sarmiento 1752 con una larga jornada en sus espaldas. No fue sino hasta la llegada de los bises cuando comenzó el verdadero descontrol, porque el solo anuncio de la genial “Excalibur” hizo que comience un lanzamiento de vasos de cerveza y su contenido, sumado al agrandamiento de la ronda del pogo. Pero la joya fue sin dudas el cierre con el clásico “Heavy Metal Breakdown”, con el que el recinto se vino abajo por completo e incluso tuvo un cierre extendido para un disfrute mayor.

Este fue un nuevo paso de los europeos por las tablas nacionales, con casi cuatro décadas de vida encima y una colección de hits desplegados correctamente. Salvo algunas ocasiones en las que la guitarra parecía opacar la mezcla y que el bajo pasaba desapercibido, el sonido fue el ideal para apreciar el potencial de esta leyenda alemana. Aunque el título de su último disco se traduzca como “Los muertos vivientes”, lo cierto es que les falta mucho para que la parca los alcance.

 
 
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