Crónica: Roberto Isa / Fotos: Katarina Benzova

La leyenda hard rockera pasó nuevamente por el país con un recital memorable.

Casi treinta años pasaron desde la primera vez de Guns N’ Roses en Argentina. Desde aquella caótica e inolvidable visita de 1992 (que abriría las puertas para un sinfín de grandes conciertos en el país), pasaron muchas cosas en el universo gunner…salida de miembros originales, demandas judiciales, fuego cruzado en declaraciones a la prensa y más. Pero un día, allá por 2016, los muchachos se propusieron dejar los egos de lado y decidieron reunirse nuevamente. Bueno, casi todos. Sin duda los dos pilares más importantes, como lo son el cantante Axl Rose y el guitarrista Slash, sumándose al verdadero pilar de la reunión, el bajista Duff McKagan, clave para que se concrete la misma. Si a ellos les sumamos al tecladista Dizzy Reed, encontramos que de los 6 músicos de la gira presentación de los “Use Your Illusion” (la que los trajo por primera vez a la Argentina), 4 se encuentran en la alineación actual.

En esta ocasión se trataba de la tercera visita de los Guns post reunión, con aquellas de 2016 y 2017 como antecedentes, y con una fallida visita de 2020, cancelada apenas días antes del show debido a la pandemia. La gran expectativa por ver nuevamente a la banda se materializó con un estadio de River agotado en menos de un día, con la espera de una segunda fecha que no llegó a concretarse. A contrapartida de lo que sucedía en los años más explosivos (en todo sentido) de la banda, ya no hay retrasos ni improvisaciones: el show arranca de manera extremadamente puntual, a las 21 horas clavadas, tal cual estaba anunciado. “It’s So Easy” y “Mr Brownstone”, las canciones habituales para iniciar el setlist, le permiten a Axl Rose un comienzo de show más que satisfactorio: los tonos graves los conserva intactos. “Chinese Democracy”, canción homónima del único disco de Guns N’ Roses sin Slash y Duff, encuentra devolución de favores con “Slither”, tema de Velvet Revolver incluído en el setlist, recordando aquella gran banda formada por el guitarrista y el bajista de los Guns junto al malogrado Scott Weiland.

El juego previo de la guitarra de Slash anticipa que se viene uno de los puntos fuertes de la noche, y los fans presentes lo captan de inmediato, convirtiendo el estadio en una erupción volcánica apenas suenan los primeros fraseos de la intro de “Welcome To The Jungle”, clásico inmortal de los Guns y del rock en general. “Reckless Life” y “Shadow of your Love”, dos canciones de la era primigenia de la banda, tienen su debut en Argentina mientras que clásicos como “Rocket Queen” o “You Could Be Mine” confirman su lugar de privilegio como favoritas del público. También debutan en nuestro suelo “Absurd” y “Hard Skool”, temas recientemente rescatados del baúl de los recuerdos.

Los mejores momentos de la noche llegaron de la mano de “Estranged”, obra perfecta que se encuentra en “Use Your Illusion ll” y que fue interpretada de manera sublime por la banda, especialmente claro está por sus dos figuras, Axl Rose cantándolo de manera sentida y potente y Slash dejando en claro que es imposible que otro guitarrista toque ese tema de la manera que él lo hace, y de “Civil War”, la proclama anti-guerra que en esta gira fue especialmente utilizado para manifestarse en apoyo al pueblo de Ucrania, en esta oportunidad con Axl luciendo los colores de la bandera ucraniana en el pie del micrófono, y que tuvo una interpretación que rozó la perfección.

Sobre el cantante se han mencionado muchas cosas acerca de su actual nivel vocal, pero lo que no puede pasarse por alto es su icónica figura y oficio escénico, que lo ayudan a suplir cualquier contratiempo, y lo adecuado que aún conserva sus registros más graves, hecho que aprovechó en la noche del viernes para llevar de manera más que correcta temas en registros más graves de lo habitual, como sucedió con los clásicos “Sweet Child O’ Mine”, “November Rain” o “Nightrain”. De notable buen humor, Rose interactúa con el público de la manera justa y necesaria: no es frío ni tampoco recurre en demasía al ida y vuelta. Ayudado por un traductor de acento caribeño (que al público le recordó a la desafortunada Noel y sus problemas para traducir en el recital de 1992), hasta se dirigió al público para pedir colaboración con el cuidado entre la gente de un campo totalmente rebalsado.

Slash, por su parte, confirmó en la noche porteña su lugar de privilegio como uno de los mayores exponentes  de aquello que llamamos “Guitar Hero”: es que el melenudo expresa a la perfección la función del guitarrista líder, tomando el centro de la escena con sus solos más memorables y demostrando que el paso del tiempo lo dotó incluso de una técnica mayor a la que ya tenía cuando alcanzó la fama. Duff McKagan, en tanto, pasó de ser aquel desarreglado bajista con aire a Sid Vicius a un verdadero sinónimo de prolijidad y profesionalismo: siempre correcto en la ejecución, oficia como el soporte de base del conjunto, además de aportar sus labores vocales desde los coros o incluso tomando la voz principal en “Attitude”, cover de Misfits.

La banda se completa con Richard Fortus en guitarra rítmica, Frank Ferrer en batería y Melissa Reese en teclados adicionales, sumándose en las teclas al anteriormente mencionado Dizzy Reed. Pero claro está que los focos están apuntados a los tres protagonistas de la noche, aquellos sobrevivientes de la que fuera llamada “la banda más peligrosa del mundo”, y que ahora encarnan sobre las tablas una versión de menos peligro, pero con mucha más experiencia y prolijidad. Todo ello sumado da como resultado un show de rock de excelencia, donde a los hits le siguen (o incluyen) zapadas, intercambios de solos por parte de los guitarristas, y una confirmación: Guns N’ Roses sigue siendo uno de los mayores exponentes del rock de estadios. Lo que presenciamos fue otra magistral clase de la mejor escuela de rock, aquella que los Guns tan bien supieron interpretar, continuando el legado de los grandes nombres del género a la par que inscribían el suyo en la historia.

“Coma” inició los bises, antes de que el mini set acústico (que recordó a los recitales de 1993) tome la escena con “Patience” enriqueciéndose con la melodía de “Blackbird”, de los Beatles. “Don’t Cry” permite un último lucimiento de la dupla Rose-Slash (a quienes se los notó interactuar entre ellos mucho más que en las visitas anteriores) para que a continuación “Paradise City” sea el tema de cierre, en la habitual despedida de los recitales que tiene la banda desde sus inicios. Después de 3 horas de show, con prácticamente todos los clásicos en la lista de temas, un sonido más que aceptable y un marco de público excelente, los Guns se retiraron del escenario, dejando, una vez más, bien en alto el nombre de su leyenda.