Crónica: Max Garcia Luna / Fotos: Gallo Bluguermann

Iron Maiden pasó por Buenos Aires con una lista plagada de clásicos y la producción más ambiciosa de toda su carrera.

“The legacy of the beast tour” ha sido promocionado como la producción más grande de la legendaria banda británica hasta la fecha, y ciertamente estuvo a la altura de las expectativas, presentando una variedad de elementos y escenarios que visualmente dieron vida a las canciones.

En su undécima visita al país, donde además sus integrantes fueron declarados “Visitantes de honor” por parte de la Cámara de Diputados de la Nación, Iron Maiden se presentó ante cerca de 50 mil espectadores que coparon el Estadio José Amalfitani, agotando las localidades disponibles.

Luego de los números de apertura a cargo de Serpentor y The Raven Age, apenas pasadas las 21hs, el emblemático discurso pronunciado en 1940 por el Primer Ministro Británico Winston Churchill, daba comienzo a un show de casi dos horas, en el que se pudieron divisar tres bloques temáticos que el sexteto preparó especialmente para esta gira.

El set de Iron Maiden es un gran espectáculo desde el comienzo con “Aces High”, donde una réplica de un Spitfire de la Segunda Guerra Mundial con su hélice en movimiento y luces intermitentes, sobrevuela la banda. “Where eagles dare” y la contundente “2 minutes to midnight”, dieron paso a “The clansman”, antes de la única interacción del frontman con el público: “Es una lástima que no estemos tocando en un lugar más grande. La próxima vez tocaremos en el maldito estadio de River Plate”, dijo Dickinson, ante una ovación. Cerrando el tramo bélico con un duelo de espadas entre el vocalista y la mascota Eddie vestida de soldado durante “The trooper”.

El segundo segmento relacionado a la religión, nos sumergió en una catedral gótica con enormes vitrales, que sirvió de marco para “Revelations”, dando lugar a “For the greater good of god”, “The wicker man” y “Sign of the cross”, en la que Dickinson blandió una cruz luminosa. “Flight of Icarus” incluyó una recreación gigante del personaje mitológico, mientras el cantante dispara fuego con un lanzallamas en cada mano. El highlight de la noche estuvo puesto en “Fear of the dark”, para entrar al último tramo dedicado al infierno con la infalible “The number of the beast” y “Iron Maiden”, única cita al Maiden original de Paul Di’Anno.

A pesar de los años el conjunto sigue sonando ajustadísimo. Nicko McBrain y Steve Harris conforman un sólido paredón sonoro, donde las guitarras de Adrian Smith, Dave Murray y Janick Gers entretejen sus riffs. Sumados a la voz inquebrantable de Bruce Dickinson que se mantiene sin fisuras.

Los bises coronaron la noche con “The evil that men do”, “Hallowed be the name” y “Run to the hills”, poniendo fin a una experiencia audiovisual total, un sonido impecable y la excelencia de un grupo que no hace más que enaltecer su herencia.
 
 
 
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