En el año 1995, The Smashing Pumpkins reveló al mundo su obra maestra de 28 pistas, “Mellon Collie and the Infinite Sadness”, un épico disco doble que no solo consolidó su posición en la escena grunge, sino que también dejó una huella imborrable en la historia de la música.
A diferencia de las gemelas reales que adornaron la portada del álbum anterior de la banda, “Siamese Dream”, la figura decorativa en “Mellon Collie” es una creación imaginaria: una ninfa melancólica que se precipita a través del vacío infinito del espacio.
Detrás de esta obra maestra visual se encuentra John Craig, un artista con más de 40 años de dedicación a la ilustración comercial, incluyendo una etapa como diseñador y director de arte en Mercury Records, pero a pesar de su estatus ahora icónico, Craig no fue la primera opción de la banda.
Inicialmente, se había planeado trabajar con otra persona en una elaborada fotografía de temática victoriana. Sin embargo, cuando el fotógrafo presentó una cotización exorbitante, la idea fue descartada y se decidió que Craig creara las ilustraciones para el disco. Frank Olinsky, el director de arte del álbum, fue quien recomendado a Craig para que realizara la portada, y la banda quedó impresionada con su trabajo.
El collage de la mujer sobre la estrella, aparentemente sencilla, se revela como una amalgama de figuras de dos cuadros distintos manipulados mediante fotocopiadora hasta alcanzar una armonía perfecta. La cabeza proviene de la pintura del siglo XVIII de Jean-Baptiste Greuze titulada “El recuerdo (Fidelidad)”, mientras que el cuerpo fue tomado de “Santa Catalina de Alejandría” de Rafael.
Los demás elementos no comparten el mismo origen: la estrella sobre la cual vuela la mujer proviene de un anuncio de whisky, y el fondo apareció por primera vez en una enciclopedia infantil. Al igual que las notas musicales, las piezas individuales que componen la portada carecen relativamente de significado por sí solas, pero juntas cuentan una hermosa historia.
La colaboración entre Corgan y Craig, marcada por rechazos y redescubrimientos, resultó en una carátula que trascendió su tiempo. “Mellon Collie and the Infinite Sadness” no solo es un testimonio musical, sino también una obra de arte visual que captura la esencia de la época y la filosofía nihilista que la caracterizaba.
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