Crónica: Rodrigo Garbini / Fotos: Florencia Machado

Desde las entrañas del abismo, volvieron a emerger los ángeles caídos y Cronos los guió hacia el sur para que Venom desatara el caos sobre Buenos Aires.

Si bien la propuesta de Venom siempre ha estado más emparentada con el speed metal de comienzos de los ochenta, es innegable la influencia espiritual y lírica que los británicos le han otorgado a las bandas de la llamada primera ola del Black Metal de fines de la década de los ochenta y principios de los noventa. No es poca cosa entonces mencionar que una banda tan emblemática y que otrora abriera tantos caminos para el desarrollo de un género, nos visitase después de una espera de 8 años repitiendo tanto formación como recinto y con la excusa de presentar su último y muy satisfactorio trabajo “From the Very Depths” (2015), marcando una clara madures respecto a las obras alumbradas por el mismo trío anteriormente.

Fue entonces que tras las presentaciones de Castigo, Metalepsia, Methrasheros y Hamvides, la banda enfilada por Conrad Thomas Lant, (mejor conocido como Cronos) salió a tomar por asalto el recinto porteño del barrio de Flores de la mano de un dúo protagonizado por “Long Haired Punks” y “The Death of Rock ‘N’ Roll”, ambos pertenecientes a su placa en estudio menos longeva. De la misma, también sonarían más tarde la oscura “Smoke”, la veloz “Grinding Teeth”, y la tribunera “Rise”, todas aquellas festejadas como si de clásicos de antaño se trataran, dejando en claro lo al tanto que estaba el público de la actualidad del trío británico.

Si bien tanto Cronos (bajo) como Rage (guitarra) sufrieron algunos desperfectos audibles en el comienzo de la exhibición, para cuando llegó el turno del clásico “Buried Alive”, el sonido había llegado al epítome de su calidad. De allí en más, el repertorio consistió en una seguidilla interminable de clásicos que se alinearon como los versos de un mórbido conjuro de invocación que desató un remolino de caos tras otro entre el público presente; una a una fueron desfilando la enérgica “Pandemonium”, la violenta “The Evil One”, los mega clásicos “Welcome To Hell” y “Countess Bathory” y hasta canciones que no llegaron a desentonar pese a pertenecer a los trabajos más contemporáneos de los británicos como la sombría “Fallen Angels” con sus más de 7 minutos.

Para los bises, las infaltables “Black Metal” y “Witching Hour” trajeron lo más abominable de los siete infiernos de Dante hasta el oeste de la Capital Federal, culminando con una velada para el recuerdo que dejó a todos los presentes en ascuas. Si bien la poca interacción de la banda con el público hizo que el show pareciera durar menos de lo que fue en realidad, no atentó en ningún momento contra el balance final del mismo. Solo nos queda esperar que el próximo arribo el trío británico no esté tan dilatado en años como su última brecha entre visitas a suelo sudamericano.

 
 
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