Su carrera estaba planchada y la adicción a las drogas aumentaba a pasos acelerados. El Live AID de 1985 era una buena oportunidad para volver a las marquesinas y, de hecho, se rumoreaba que el organizador del evento, Bob Geldof (actor y músico), estaba interesado en convocarlo para que una reunión de Thin Lizzy fuera posible. Pasaron los días, el teléfono nunca sonó y el supuesto lugar de Thin Lizzy lo obtuvo U2. Una vez más la industria le daba la espalda a la estrella de rock más grande de Irlanda, acontecimiento que Phil Lynott nunca pudo terminar de digerir.

Guerreros

Phil Parris Lynott nació el 20 de agosto de 1949 en West Bromwich, Inglaterra, y si bien pasó sus primeros años de vida en Manchester, luego se instaló junto a su madre en Dublín (Irlanda). Tuvo una relación muy fuerte con su mamá, la escritora Philomena Lynott, quien tuvo todo el peso de la vida de Phil bajo sus hombros. El padre, el guyanés Cecil Parris, estuvo ausente durante casi toda su vida y recién lo conoció en la década del 70′ cuando la popularidad de Thin Lizzy se encontraba en su punto más álgido.

Philomena tuvo que soportar algunos episodios de discriminación cuando Phil era solo un bebé. Ella criaba a su hijo en un hogar para madres solteras comandado por monjas. En 2005, ella recordó ese momento de su vida con mucha angustia: ”Fue terrible lo que me hicieron en ese lugar. Me pusieron a trabajar en el cobertizo porque tenía un bebé negro. Incluso hoy, vivo con problemas de espalda porque hacía mucho frío trabajando en el cobertizo”.

Otro rasgo importante de la infancia de Phil fue la crianza con sus abuelos. Por su parte, su madre tuvo otros dos hijos que dio en adopción y que Phil desconoció hasta la adultez. Este motivo hizo que la gran relación con Philomena se vea en peligro en algún momento de la vida de Lynott, aunque no fue determinante para romper ese vínculo materno.

Desde muy chico se interesó por la música. Admiraba a Jimi Hendrix y a ese ideal de un afroamericano que se abría paso en un mundo de blancos y llegaba a lo más alto. Lynott sintió muchas similitudes con el guitarrista más grande de la ”generación Woodstock” y, a su manera, logró de hacerse un pequeño nombre desde joven con su paso por algunas bandas.

Los chicos están de vuelta en la ciudad

A sus veinte años fundó Thin Lizzy junto al baterista Brian Downey, un grupo que se convirtió en leyenda con el paso del tiempo pero que, en sus días de gloria, nunca obtuvo el reconocimiento que realmente merecieron. Recién con la sexta placa de estudio, ”Jailbreak” (1976), pudieron gozar de un éxito algo efímero que los posicionó en los charts de todo el mundo dentro del hard rock pero que por conflictos con la discográfica, duró mucho menos de lo esperado.

Lynott junto a Lizzy grabó doce títulos de estudio hasta 1983 y después se dedicó a darle forma a su carrera solista, debido a que la dinámica del grupo ya no era saludable. Pero antes de eso, Lizzy fue la gran agrupación responsable de gestar el éxito del guitarrista Gary Moore, quien luego se proclamaría como uno de los bluseros mas importantes de Reino Unido. Su amistad con Lynott lo acercó a la banda pero nunca pudo ser un integrante fijo porque al nacido en Belfast, le espantaba la cantidad de sustancias que se consumían en las esferas de la agrupación.

La carrera en solitario nunca terminó de tomar forma para Phil. Claro está que sonoramente deseó alejarse lo más posible de Thin Lizzy y en cierta forma lo logró en los álbumes que publicó en este plan, aunque su vida personal se tornaba cada vez más pantanosa.

Para los que aman vivir

Intentó tener éxito cuando formó Grand Slam, un grupo junto a John Sykes y Brian Downey. El proyecto no prosperó porque Sykes se unió a Whitesnake tiempo después y la banda no pudo presentar ningún material de estudio. En la actualidad se pueden encontrar algunos fragmentos de demos de lo que fue Grand Slam pero, por aquel entonces, un nuevo fracaso comercial golpeaba muy duro a un Lynott que no lograba hacer pie en ninguno de los aspectos de su vida.

Más allá de alguna colaboración con Gary Moore, su última ficha fue el videoclip del tema ”Nineteen”, donde su estado de salud ya era bastante endeble. La adicción ya estaba en un punto culmine. En palabras de su amigo y ex compañero Scott Gorham: ”Supongo que pensó que las drogas lo ayudarían a salir de los puntos bajos. Estaba gordo, respiraba con dificultad y cuando habló del futuro, pensé que pasaría un tiempo antes de que recuperara su forma. Así que conversamos, nos deseamos una feliz Navidad y acordamos volver a vernos pronto”.

Finalmente los augurios de Gorham no sucedieron porque Phil Lynott falleció el 4 de enero de 1986 a los 36 años, a causa de una septicemia agravada por el consumo de drogas y alcohol, según la carátula forense. El reconocimiento que Lynott no terminó de capitalizar en vida lo obtuvo en 2005 cuando en Dublín se levantó una estatua suya de bronce de tamaño real. Philomena, su madre, pudo ser testigo de la obra de arte y se describió en aquel momento como ”la mujer más orgullosa del país”.

El legado de Phil está intrínseco en el amplio espectro del rock y del metal. Su material artístico allí descansa, listo para ser consumido cuando se disponga y más allá de que la estatua permanecerá imperecedera, nos debemos como público y como prensa valorar a los artistas en vida, y más aún cuando se encuentran en total vulnerabilidad.