Crónica: Roberto Isa / Fotos: Brett Murray & Jeff Yeager

La banda más convocante y masiva de la música pesada visitó nuevamente el país ofreciendo un show a la altura de su leyenda.

Metallica, el gigante del heavy metal, brindó un nuevo recital en suelo argentino luego de 5 años, recuperando la fecha doblemente reprogramada a causa de la pandemia. La cita tuvo lugar en el Campo Argentino de Polo, ubicado en el barrio de Palermo en la ciudad de Buenos Aires, donde más de 60 mil fanáticos confirmaron el idilio del público local con la mítica agrupación californiana.

Ya habían pasado los shows de las bandas soportes, comenzando con la sorpresiva presentación de Marina Fages, anunciada a último momento, que le permitió a la artista de rock alternativo presentar su música ante a un público nuevo, y de Greta Van Fleet, quienes confirmaron su lugar como una de las bandas más prometedoras de las nuevas generaciones, amparados por una performance ajustada y el destacado vocalista Josh Kiszka, cuando el reloj anunciaba las 21 horas, momento señalado para el inicio del recital de Metallica.

Algunos minutos más tarde, el soundtrack del predio hacía sonar los acordes de “It’s a long way to the top (If you wanna rock n’ roll”), el clásico de AC/DC que sirve de preámbulo para cada show de Metallica, anunciando la posterior proyección de las imágenes de la película “El bueno, el malo y el feo”, con la melodía de “The Ecstasy of Gold” de Ennio Morricone siendo coreada por todos los asistentes. La banda salió a escena y así sonaron “Whiplash” y “Ride the Lightning”, en un demoledor inicio de recital que no bajaría de intensidad y sumaría calor con “Fuel” y las enormes llamaradas que elevaban la temperatura de la fría noche porteña, y el clásico old school “Seek and Destroy”, uno de los primeros puntos altos en cuanto a recepción del público durante el recital.

El imponente escenario que trajo la banda (el de mayor producción que hayan traído alguna vez) se convirtió en zona de guerra para “One” y su juego de fuegos artificiales. “Mirá, la familia de Metallica en Buenos Aires”, se dirigió James Hetfield en claro español a la multitud, para minutos más tarde disfrutar de un sorbo de mate previo al inmortal “Sad But True”. Metallica hace rato dejó de ser esa furiosa y amenazante bestia thrashera que irrumpió a toda potencia en la escena metalera, para convertirse en una especie de monstruo amigable apto para todo público, y eso se demuestra con la variedad de la audiencia, donde a la tradicional horda vestida de negro se le suman familias y personas de todas las edades, unidas por el fanatismo hacia la banda.

El compendio de clásicos de siempre se nutre también de un par de sorpresas, y así debutan en Buenos Aires temas como “Holier Than Thou” y “No Leaf Clover”, originalmente grabado junto a la Orquesta Sinfónica de San Francisco en 1999, como también se confirma el lugar de “Moth Into Flame” como tema destacado de “Hardwired…to Self-Destruct”, último disco de estudio hasta el momento. El siempre efectivo tándem formado por “For Whom The Bell Tolls” y “Creeping Death”, ambos del disco “Ride The Lightning”, fue precedido por una destacada interpretación de “The Unforgiven”, con Kirk Hammett luciéndose en el solo, antes de que “Master of Puppets” sirva de cierre para la primera parte del show.

El tramo final del recital comenzó con “Spit Out the Bone”, donde el enérgico y carismático Lars Ulrich demuestra conservar potencia en la batería, y fue concluido con los mega hits “Nothing Else Matters” y “Enter Sandman”, grandes baluartes que ayudaron a Metallica a derribar cualquier límite de popularidad dentro de la música contemporánea.

Por último, los saludos de la banda agradeciendo por una nueva noche de gloria para Metallica y sus fanáticos argentinos (y de países vecinos, a juzgar por la gran cantidad de banderas presentes), con el detalle especial del bajista Robert Trujillo arengando a la multitud con el futbolero “Vamos, vamos, Argentina” y la confirmación de que hay Metallica para rato. El monstruo grande (gigante, en realidad) que pisa fuerte, amigable y feroz, está más vivo que nunca.