Crónica: Roberto Isa / Fotos: Maru Debiassi

Después de una prolongada postergación, Nightwish pasó nuevamente por Argentina, ofreciendo un espectáculo brillante.

“Estuvimos aquí”, rezan las últimas estrofas de “The Greatest Show on Earth”, la épica conclusión de “Endless Forms Most Beautiful”, el ante último disco de los finlandeses Nightwish, y el mensaje clarifica la búsqueda de la banda en sus recitales: dejar una marca. Es que la agrupación, sin dudas la más importante del metal sinfónico, se caracteriza por ofrecer shows memorables. Y el de la noche del domingo no fue la excepción.

Al igual que muchos otros recitales, la pandemia obligó la postergación de la nueva visita de Nightwish. Durante este tiempo, hubo algunas novedades en la banda comandada por el tecladista y compositor Toumas Holopainen, siendo la más importante la salida del bajista Marko Hietala (reemplazado por Jukka Koskinen) meses después del lanzamiento de “Human.:||:Nature”, último disco de la banda. La baja de Hietala presuponía no solo el obligado recambio de instrumentista, sino también la adecuación de las muchas y destacadas intervenciones vocales del bajista. Las incógnitas acerca de la renovada versión de Nighwish iban a comenzar a despejarse ni bien la banda pisara el escenario del Luna Park, agotado totalmente.

Beast in Black, banda también originaria de Finlanda, fueron los elegidos por Nightwish para actuar de apertura en sus shows por Sudamérica. Con un buen repertorio de power metal melódico y ganchero, el quinteto tuvo una muy satisfactoria tarea, destacándose la labor del vocalista Yannis Papadopoulos, cumpliendo a la perfección la función de entretener a la audiencia a la espera de la banda principal de la noche.

Exactamente 21:30, tal como estaba pautado, las luces del estadio se ausentaron y el “ruido” se hizo presente con “Noise”, tema introductorio de “Human.:||:Nature” y que también oficia de acto inicial para los shows de Nightwish. El potente tema, que no ofrece descanso, sirve también para que el público presente demuestre, a puro pogo y movimiento, que la espera de más de dos años de postergación no hizo más que recargar las ganas por ver a Nightwish nuevamente en vivo, convertida ya en una de las principales bandas en cuanto a demanda de asistencia se refiere. Los finlandeses ya son locales en Argentina.

Las incógnitas sobre los cambios en la banda y como ello podría afectar a la performance en vivo se disipan a partir de una figura monumental, espléndida y arrolladora: Floor Jansen. Es que la cantante, además de mantener un nivel altísimo en las labores ya conocidas, ahora también agrega a su repertorio estrofas anteriormente cantadas por Hietala, incluso en un registro totalmente opuesto al que ya cantaba las suyas, tal es el caso de la pesadísima “Planet Hell”, o sumando coros a su propia voz en la excelente “Ever Dream”.

Floor Jansen es la mejor cantante de heavy metal en la actualidad. ¿La mejor cantante femenina? No, la mejor cantante contabilizando a todos los vocalistas, leyendas del género incluidas. El caudal vocal de la holandesa no hace más que sorprender, incluso a quienes ya hayan podido apreciar sus presentaciones en vivo. Llegando a notas altísimas a la par que defiende con holgura estrofas compuestas para un registro grave y rasposo, sin perder nunca la entonación y dotando a la lírica de la banda de una cálida riqueza técnica, Floor es además una bomba de carisma escénico. Arengando al público, desparramando energía mediante sus gestos e imponente presencia y con su ya clásico headbanging (aún con el pelo más corto, el gran temor de los acérrimos), Jansen es indiscutiblemente la principal figura del equipo Nightwish.

Claro que, como en todo gran equipo, también hay otros pilares importantes, y ahí es donde se destacan Tuomas Holopainen y Emppu Vuorinen. El tecladista, mente maestra y padre de la criatura (además de ser uno de los mejores compositores del género), es capaz de hacer coreables las más sutiles melodías de teclas, tal es el caso de “Nemo”, una de las máximas joyas de la banda, o de la muy festejada “Élan”, convertida ya en clásico moderno de Nightwish. Emppu Voroinen, carismático guitarrista, despliega una buena dosis de poderosos riffs, como en la heavy “Dark Chest of Wonders” o en “She Is My Sin”, a la vez que ejecuta con suma precisión cada uno de los solos, como el de “Ever Dream” o “7 Days to the Wolves”. Detrás de los parches, Kai Hahto (profesor de batería además de eximio baterista), dio una clase de ejecución del instrumento, complementándose con la sobria labor del nuevo miembro, el bajista Jukka Koskinen, en un obvio segundo plano. Un poco más de atención recibe Troy Donokley, el hombre orquesta/rueda de auxilio de la banda, que va desde la guitarra en algunos temas, a la flauta, la gaita o los coros, lo que el conjunto requiera.

“Argentina, ¿les gustan las historias?”, preguntó Floor antes de arremeter con la poderosa y ganchera “Storytime”. Y la historia de Nightwish es la de una banda que supo reinventarse a pesar de las considerables bajas a través de los años, recambiando fichas pero manteniendo siempre la esencia que la posiciona como una de las grandes insignias del género. Una banda capaz de atrapar emociones con canciones de notable composición como “Sleeping Sun” y “Shoemaker”, que despliega ferocidad en “Tribal” y que se adapta al acústico en “How’s the Heart?”, a la vez que se muestra festiva en “I Want My Tears Back” y “Last Ride of the Day”.

La sublime y conmovedora “Ghost Love Score” le permite a Floor Jansen demostrar que es un tema que parece haber sido predestinado a ser cantado por ella: su performance en esta canción excede cualquier calificativo. Además de admirar por enésima vez a la vocalista, el público se deleita coreando el melódico solo de Emppu Vuorinen, mientras que las líneas de teclado de Toumas desbordan epicidad y grandilocuencia. Para terminar, llegó la enorme “The Greatest Show on Earth”, con sus melodías y cambios de ritmo, con emoción y furia en dosis repartidas y con una letra inspirada en la teoría de la evolución, que culmina expresando que nosotros, los humanos, “estuvimos aquí”, privilegiados por la lotería genética de llegar a la vida. Y sí, estuvimos aquí, en el planeta Tierra, en Argentina, en el Luna Park de Buenos Aires, presenciando un excelente recital de heavy metal. Debemos sentirnos afortunados.