Layne estaba frente al gran televisor que se había comprado, mientras las cortinas del departamento tapaban el sol de la tarde de Seattle. Lo único que hacía por esos días era jugar videojuegos e inyectarse heroína. No le gustaba verse así, sabía que estaba enfermo y que necesitaba ayuda, pero aun así, no lo haría -Los que vieron al viejo Layne, no pueden ver a este– se decía en repetidas oportunidades.

Cáscara de nuez

Layne Thomas Staley nació el 22 de agosto de 1967 en Seattle. Proveniente de una familia acomodada, pero que tuvo que atravesar la separación de sus padres desde muy chico. El padre de Layne, con contactos en el mundo de las drogas, abandonó a su madre y a él durante quince años.

En su adolescencia, con problemas de concentración y personalidad, lo hicieron ingresar en un instituto para chicos con problemáticas sociales y se empezó a ganar la vida como repartidor de diarios. Pero más allá de esto, el joven Layne encontraba en la pintura y en la música, dos distracciones que lo conectaban con la realidad.

La música se convirtió en el gran motor de su vida cuando se dio cuenta de que tenía una voz muy poderosa que impactaba a los que lo escuchaban cantar con su pequeña banda tributo a Slayer a mediados de los 80’s. Finalmente en 1987, conocería al guitarrista Jerry Cantrell y juntos fundaron la banda que los catapultó hacia la cima: Alice In Chains.

Mar de lamentos

El primer álbum del grupo, “Facelift”, fue una auténtica bomba. El sonido tomaba cosas del hard rock norteamericano pero con una densidad y oscuridad digna de Black Sabbath. En ese momento, ellos no lo sabían, pero el disco sentaría las bases del sonido característico de Seattle en los años 90’s: el grunge.

La autenticidad de Layne siempre fue uno de sus rasgos más característicos, acusado muchas veces de que las letras de la banda eran muy oscuras y depresivas, señaló: “Mis letras significan lo que cada uno interprete, ni más ni menos”. Con respecto a su método para tocar la guitarra afirmó: “Tom Morello (Rage Against The Machine) me enseñó a tocar la guitarra. Así que ya saben que si la cago, es su culpa”.

El cuarteto no se quedó solamente con ese primer éxito, sino que grabaron tres discos de estudio más con Layne en voz y un par de álbumes en vivo, como el Unplugged exquisito para MTV en 1996. Ese mismo año perdió al gran sostén de su vida, su novia, por sobredosis de drogas y fue el comienzo de un espiral descendente en la carrera del frontman.

El hombre en la caja

4 de abril de 2002. El ex bajista de la banda, Mike Starr, tocó la puerta de Staley. Hacía mucho que nadie sabía nada de él. A duras penas, un esquelético Layne abrió la puerta y Mike se sorprendió por el estado de su amigo. La casa era un total desorden de jeringas, ropa por todos lados y videojuegos tirados. Starr, que en ese momento estaba bajo los efectos de la benzodiazepina, le dijo a Layne que llamaría al 911 para que alguien lo asistiera con urgencia.

-Estoy enfermo, pero si llamas al 911 olvidate de mí.- soltó Layne.

Starr, enojado y con droga en su cuerpo, se acercó a la puerta y simplemente salió. De fondo se escuchaban las palabras entrecortadas de Layne: “No así, no te vayas así”.

Al día siguiente de aquel acontecimiento, Layne Staley perdería la vida a sus 34 años. Sin embargo, su cuerpo fue hallado recién el 19 de abril de 2002 después de que su círculo íntimo verifique que sus tarjetas de crédito no tenían movimiento desde algunas semanas atrás. Fue encontrado por la policía rodeado de cocaína. Pesaba sólo 40 kilos.

El bajista Mike Starr contó públicamente el encuentro que tuvo con Layne en el programa de VH1 Celebrity Rehab en 2010, donde tuvo un careo con la madre de Layne, Nancy Elizabeth, y se disculpó por su accionar. Finalmente, el bajista original de Alice In Chains también fallecería por su adicción a las drogas en 2011.

Alice In Chains en 2009 volvió y grabó “Black Gives Way To Blue’‘ con William Duvall en voces, Mike Inez en bajo y sus dos miembros originales: Jerry Cantrell (guitarras) y Sean Kinney (batería). La nueva formación lleva tres placas de estudio y va por más, pero es innegable que el legado de Layne Staley marcó a fuego a la banda y a todo el universo rock.