Crónica: Nicolás Cardinale / Fotos: Maru Debiassi

Con una producción de primer nivel, el grupo liderado por Wálter Giardino redobló la apuesta y regresó al legendario estadio porteño, acompañado por la orquesta dirigida por Damián Mahler.

Todo aquel que haya estado aquella noche del 9 de agosto de 2018 en el Estadio Luna Park, cuando Rata Blanca interactuó por primera vez con una orquesta, tal vez se haya quedado con un sabor un tanto agridulce en su boca. Esto fue porque la amplia expectativa que generaba ver a uno de los grupos más importante de nuestro país interpretar sus inmortales composiciones con arreglos de cuerdas (combinación que, en los papeles, parecía soñada) no terminó cumpliéndose del todo. Por eso, era lógico que haya una revancha para reivindicar esa oportunidad que no había sido aprovechada completamente. El sábado 30 de noviembre, el coliseo de la Capital Federal volvió a vibrar ante la potencia de Giardino y compañía, quienes esta vez llenaron algunos de los casilleros que dejaron vacíos en la anterior ocasión.

Ante todo, hay que destacar algunos puntos que se aprendieron del show del año pasado: uno de ellos es que se haya realizado un fin de semana, a diferencia de la primera vez que fue un jueves (y con una duración de casi 3 horas y media hasta la 1 AM del viernes). Por lo tanto, era imposible que el disfrute sea más condicionado para los asistentes que generaron un clima excelente desde el principio hasta el final del setlist. Además, muy a pesar del altísimo volumen de la banda, la orquesta sonó correctamente en las ocho canciones en las que estuvo presente, por lo que sirvió como una redención. También se debe hacer mención a la excelente puesta en escena que se mantuvo en relación con aquella ocasión, con una enorme pantalla, llamaradas y un variadísimo juego de luces. Sin embargo, no todo fue color de rosas: no se puede dejar de lado el hecho de que la “inclusión” de Campo VIP hizo que se cortara la experiencia (en todo sentido de la expresión) y aumentara más la percepción de que no se llenaron las ubicaciones sin asientos del estadio.

Dicho esto y dejando cualquier comparación de lado, fue un concierto que superó cualquier expectativa. Adrián Barilari sigue teniendo la misma potentísima y envidiable voz que hace 30 años, Giardino hace lo que quiere con las seis cuerdas en sus  manos y Fernando Scarcella es brutal golpeando los parches con sus baquetas. Aunque hay que decir que Pablo Motyczak continúa teniendo algunas dificultades para afianzarse en shows ante una gran audiencia, lo que quedó evidenciado en su poca movilidad en el escenario (muy contrastada con sus experimentados compañeros). Por su parte, la orquesta se lució estando como acompañamiento del grupo pasada la segunda mitad del show y yendo a la par del guitarrista en ciertas partes de algunos de sus solos.

Las más de dos horas y media de duración del recital fueron justas para la interpretación de los 22 clásicos que desfilaron en el transcurso de la velada, así como también el agradecimiento por parte de Barilari y de Giardino, quienes hicieron hincapié en la amplia concurrencia a pesar de la situación económica del país. Los fanáticos disfrutaron del popurrí discográfico que conformaron “Los Chicos Quieren Rock”, “Sólo Para Amarte”, “Volviendo A Casa”, “Aún Estás En Mis Sueños”, “El Círculo De Fuego”, “La Llave De La Puerta Secreta”, “”El Sueño De La Gitana” y el demoledor tándem final “La Leyenda Del Hada Y El Mago” y “El Último Ataque”, entre otras. A falta de cinco minutos para el comienzo del último mes de la década, Rata Blanca despidió su segunda presentación orquestal con el examen aprobado. Pero, como dice el dicho, no hay dos sin tres ¿verdad?.
 
 
 
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