Crónica: Julieta Güerri / Fotos: Maru Debiassi
El grupo emblema del metal brasilero se presentó en el Teatro Flores como parte de su gira de despedida, cerrando un capítulo legendario en la historia del metal.
Bajo el lema “Por el derecho a elegir vivir libre y a elegir cuándo morir” Sepultura tomó la decisión planificada y consciente de ponerle fin a su carrera después de 40 años. En el marco de una gira de 18 meses de duración que también incluirá Europa, la banda eligió el emblemático teatro de CABA para dar su último recital frente a los siempre apasionados fans argentinos.
En una noche determinada a honrar al metal, los locales de Reinará la Tempestad fueron los encargados de abrir haciendo un repaso por los inolvidables primeros trabajos de Horcas. La formación de los ex integrantes Hugo Benítez (voz), Gabriel Ganzo (batería), Eddie Walker (bajo), acompañados por Oscar Castro y Jorge Moreno en las guitarras, busca a través de viejos clásicos y nuevas canciones, que el trash metal nacional siga vigente y sonando como supo hacerlo a finales de los 80’s y principios de los 90’s.
La segunda banda invitada, los californianos Death Angel, regresó a nuestro país después de 14 años desde su última visita. Con un set list compuesto por diez temas de muchísima intensidad, dieron un show que estuvo a la altura de la banda principal del evento, dejando el escenario prendido fuego y el terreno allanado para la entrada triunfal de Sepultura.
Si bien es cierto que el motivo de la visita es algo triste, que esta haya sido la despedida no hizo más que aumentar las ganas de celebrar a una banda que tanto le ha dado al metal de Brasil, pero también del mundo. La energía del colmado Teatro Flores rebosaba de gratitud.
Con un show de casi dos horas de duración, el grupo hizo un repaso por casi toda su discografía ofreciendo una sucesión ininterrumpida de canciones. Aunque para los fanáticos más nostálgicos deseosos de temas de la era de los Cavalera el set list pudo haber dejado sabor a poco, para otros, lo variado del repertorio resumió a la perfección la historia y el recorrido de Sepultura. Lo cierto es que fueron las canciones clásicas como “Refuse/Resist”, la cual marcó el inicio del show junto con “Territory”, “Escape to the Void” y “Biotech is Godzilla”, las mejor recibidas por el público que, como es habitual en este tipo de géneros, elige manifestar su alegría (y por qué no, canalizar otro tipo de emociones) en los pogos, pits y mosh.
La formación actual de Sepultura continúa llevando la antorcha del metal sudamericano con pasión y maestría, manteniendo vivo el legado con la ayuda de la precisión y la constancia de sus miembros históricos Andreas Kisser (guitarra) y Paulo Jr (bajo), la fuerza de la voz de Derrick Green y la frescura innovadora de su más reciente incorporación, Greyson Nekrutman, de tan solo 21 años, en la batería.
Pasada la mitad del show, los Death Angel reaparecieron en el escenario para dar lugar a un momento tan diferente como épico: ambas bandas interpretaron juntos la instrumental “Kaiowas”, haciendo a todos los asistentes partícipes de una colaboración relajada, divertida y única.
El encore llegó luego de la hora y veinte de show y le dió a la velada el cierre perfecto con los infaltables “Ratamahatta” y “Roots Bloody Roots”. Estos himnos del metal resonaron dejando a todos (los de abajo y los de arriba del escenario) extasiados y con la certeza de haber sido parte de una fecha que pasará a la historia: esa noche, en el Teatro Flores, Sepultura selló su legado con una fuerza imponente, recordándonos por qué siempre serán una de las bandas más emblemáticas en la historia del metal.
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