Crónica: Roberto Isa / Fotos: Maru Debiassi

En la primera fecha de su gira sudamericana, la legendaria agrupación finlandesa revalidó credenciales frente al público local.

Por cuestiones azarosas (y no tanto) las dos últimas visitas de Stratovarius a Buenos Aires tuvieron un denominador común: un calor agobiante. Así, al igual que en su pasada estadía porteña (en febrero de 2016), la banda finlandesa encontraba contraste climático con respecto a su gélida tierra natal, en un caluroso día que esperaba cerrarse con su show en el Teatro Flores. Stratovarius, comenzando su tour por el continente, ofreció un recital acorde al lugar destacado que ocupa en la escena mundial.

Beto Vázquez Infinity ofreció el marco ideal como soporte para que, a puro Power Metal local, nos preparemos a recibir a una de las bandas insignia del género. Puntualmente a las 21 horas, Stratovarius salió a escena. El archi-clásico “Eagleheart” se encargó, como tema inicial del recital, de subir aún más la temperatura en el recinto. Una ajustada versión le hizo honor a su legado como emblema del grupo, con Timo Kotipelto en su esplendor, mientras el sonido terminaba de acomodarse. A continuación, el no menos clásico “Phoenix” termina de convertir al teatro en un hervidero, con el público envuelto en llamas al compás de su genial estribillo y donde el pogo no se hizo esperar. Como tampoco lo hicieron las demostraciones de virtuosismo instrumental a cargo de Matias Kupiainen y Jens Johansson, en guitarra y teclado respectivamente. “Oblivion” tuvo su estreno en tierras argentas luego de ser presentada por Kotipelto como “una composición de Kupiainen”, y junto con “Enigma” serían las dos canciones en el setlist pertenecientes a “Enigma: Intermission II”, el disco de rarezas y temas inéditos lanzado el año pasado. El siempre enérgico Timo arenga al público para que acompañen el inicio de la festejadadisima “Shine in the Dark”, seguida casi de inmediato por “SOS”.

Los solos instrumentales son recurso elegido para darle inicio a las siguientes canciones, y así es como Kupiainen le da intro a “4000 Rainy Nights”, el bajista Lauri Porra abre “Visions” (con un extenso solo de bajo, que incluyó fragmentos del himno nacional argentino) y, quizás uno de los momentos más esperados, Jens Johansson marca desde las teclas el comienzo de uno de los más memorables temas de la discografía de la banda: “Black Diamond”, para darle cierre a la primera parte del show, no sin antes tener lugar un mini-solo de batería a cargo de Rolf Pilve. Durante el tramo final de los finlandeses fue momento para clásicos como “Forever”, “The Kiss of Judas”, “Unbreakable” y, por supuesto, “Hunting High and Low”, el cierre habitual de sus recitales, que contagia de inmediato un clima festivo en toda la concurrencia.

En recientes declaraciones a El Culto, Matias Kupiainen aseguraba que lo que tendríamos sería un “fantástico concierto de Power Metal”, y eso es justamente lo que tuvimos. Un recital de Power Metal en su estado más puro, repasando clásicos de la banda y presentando algunas novedades, donde desplegaron una demostración de los cimientos del género que tiene a Stratovarius como una de sus principales entidades históricas.
 
 
 
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