Crónica: Roberto Isa / Fotos: Candela Allende

En el marco de la celebración por sus 40 años de carrera, los colosos del metal progresivo brindaron un show de excelencia.

Cuatro décadas sobre los escenarios (a cumplirse efectivamente el año próximo), y entregando discos de suprema calidad musical, le valieron a Dream Theater un bien ganado rótulo como eminencias del metal progresivo. En la actualidad, la banda sumó un elemento de suma importancia para sus presentaciones en vivo: el regreso del baterista Mike Portnoy a la alineación, luego de 13 años de ausencia. Con estas premisas, Dream Theater desembarcó en Argentina en lo que sería su novena visita al país, como parte de su gira mundial “Una noche con Dream Theater”, ante un Movistar Arena repleto.

El acto de apertura, que estuvo a cargo de Lörihen, comenzó a calentar los motores, con un recinto que comenzaba a llenarse. Puntualmente a las 21 horas, ante un estadio a oscuras, Dream Theater salió a escena con los acordes de “Metropolis Pt. 1: The Miracle and the Sleeper”, del imprescindible “Images and Words”, uno de los mejores discos del quinteto. De inmediato se observa la buena comunión entre la banda y el público, exultante ante cada riff y solo, y coreando cada estribillo cantado por James LaBrie. Al respecto del cantante, se lo pudo notar en óptima forma, y siempre estando atento a las labores del buen frontman, arengando al público e interactuando en la medida justa y necesaria.

John Petrucci despliega todo el arsenal técnico para el excelso solo de guitarra en el instrumental “Scene Two: I. Overture 1928”, al que se le suman las teclas de Jordan Rudess para conjugar un sublime pasaje musical, como también destacan su combinación en “The Mirror”, tema que regala a los fans la inclusión del solo de “Lie” a modo de epílogo. A continuación, llegaría uno de los primeros picos de intensidad de la noche, con “Panic Attack” arremetiendo con la misma contundencia con la que Mike Portnoy castiga a los parches de su enorme batería en la demolerá introducción. El baterista sin dudas fue uno de los protagonistas de la noche, siendo su regreso sumamente festejado desde que fuera anunciado el año pasado, y que tuvo su máxima expresión en el reencuentro con el público. Cánticos, ovaciones, y hasta dibujos con su imagen fueron las ofrendas de los devotos fanáticos al retornado miembro fundador, quien lo retribuyó como mejor sabe: con una soberbia demostración de la ejecución del instrumento y un carisma inoxidable.

Mientras la pirotecnia instrumental de Petrucci, Portnoy y Rudess desafía los límites de la técnica, hay otro virtuoso en la banda, en un segundo plano en cuanto a la exposición pero igual de importante que los mencionados: John Myung. El bajista casi no recibe los focos de la opulenta propuesta visual de la banda (otro de los puntos altos del show), pero su performance es una oda a la precisión. Con un sonido claro, potente y por supuesto grave, Myung funciona en Dream Theater como el agente secreto que mantiene a la maquinaria funcionando a la perfección.

Durante la balada “Hollow Years”, LaBrie pide a los asistentes que acompañen el acompasado ritmo con las luces de sus celulares, convirtiendo al Movistar en una postal digna del recuerdo. Si el tema baja los decibeles, estos se elevan al cien por cien cuando llega “As I Am”, el potente grito heavy metal que fuera el caballo de batalla de “Train of Thought”, el disco con el costado más pesado de Dream Theater. La canción marca el final del primer tramo del show, con la banda dejando el escenario por 15 minutos, el entretiempo ideal para salir a golear en la segunda parte.

Al regreso del conjunto, LaBrie anunció que esperan lanzar su próximo álbum en febrero próximo, y a modo de adelanto tocaron “Night Terror”, tema a incluirse en el nuevo lanzamiento. “Under a Glass Moon” inició una seguidilla de clásicos que culminaría con uno de los momentos más esperados y celebrados de la noche: “Octavarium”. El tema, una monumental composición de más de 20 minutos, ofrece todo aquello que convirtió a Dream Theater en leyenda, con el despliegue de habilidades extraordinarias de los músicos, en conjunto con un excelente manejo de los pasajes musicales para dotar a la canción de climas y colores para todos los gustos. A su término, la banda saluda y se ausenta brevemente, para luego regresar con los bises.

El acto final de Dream Theater inició con “Scene Six: Home”, seguido de “Scene Eight: The Spirit Carries On”, tándem presente en el disco “Metropolis Pt. 2: Scenes from a Memory”, el álbum que marcara el debut de Jordan Rudess. Como cierre infaltable, apareció “Pull Me Under”, el gran hit de la banda que obtuviera considerable rotación tras su salida. El tema, crudo y directo, pone las primeras filas del campo a saltar con el machaqueo de su riff principal, al tiempo que los estribillos son cantados por todo el Arena al unísono. Tras el cierre, los cinco músicos de la formación clásica de Dream Theater saludaron al público y se retiraron, entre ovaciones, después de haber desplegado 3 horas de magia musical en la noche porteña.