Crónica: Max Garcia Luna / Fotos: GNR Press

Con dos fechas históricas ante un Tomás A. Ducó eufórico, Axl, Slash y Duff reafirmaron su legado: una entrega total y tres horas de puro rock and roll.

El fenómeno Guns N’ Roses nunca se detiene. Pese al paso de las décadas, las modas e incluso las generaciones, esa conexión eléctrica con el público argentino se mantuvo intacta, como si se tratara de aquella primera vez en los lejanos años noventa. En una doble presentación histórica en el Estadio de Huracán, la banda cumplió con el ritual ofreciendo una experiencia única ante un estadio eufórico y repleto.

La gira, bajo el lema “Porque lo que querés y lo que conseguís son dos cosas completamente diferentes”, demostró que lo que el público argentino siempre quiere -y por suerte consiguió- es la potencia de la formación clásica. El furor de los fanáticos se sintió desde el viernes y se extendió hasta el día siguiente, en un crisol de edades donde aquellos adolescentes que los vieron surgir, hoy convertidos en adultos, acompañados de sus hijos -en muchos casos- y nuevas camadas de fans, vivieron con profunda intensidad la visita.

Fueron dos noches a la altura de la leyenda, de la que alguna vez se conoció como “La banda más peligrosa del planeta”, una galería de clásicos atemporales y la entrega total del trío fundacional compuesto por Slash, Duff y el propio Axl Rose cada vez que pisan un escenario. Eso es lo que la gente quiere ver y escuchar una y otra vez, y lo que permite correr el foco de la voz de Axl: si bien en ocasiones no alcanza las notas de su juventud, se redime al dejarlo todo en cada tema. A sus 63 años, el frontman recorre el escenario de punta a punta, luce cambios de vestuario y arenga durante las tres horas del show. A su lado, Slash fue, en cada jornada, el maestro de ceremonias de las seis cuerdas, deleitando a la audiencia con sus icónicos solos, esos mismos que lo convirtieron en el “guitar hero”, luciendo esta vez una amplia variedad de guitarras más allá de la clásica Les Paul. La banda, que completan Richard Fortus (guitarra rítmica), Dizzy Reed (teclados), Melissa Reese (teclados) e Isaac Carpenter (batería), suena orgánica y potente. En tiempos de backing tracks y artilugios digitales, los Guns siguen siendo una banda de tracción a sangre.

Apoyados por una atractiva puesta en escena basada en impactantes visuales con una estética inspirada en el universo gunner. Ambas jornadas se inauguraron con la descarga inmediata de adrenalina de “Welcome to the Jungle” y contaron con estratégicos cambios en el setlist que premiaron al público fiel. El Día 1 se llevó joyas como la emotiva balada “Don’t Cry”, la melancólica “Street of Dreams” y deep cuts como “Yesterdays” y el cover “Human Being” (New York Dolls). En contraste, el Día 2 ofreció contundencia con el debut argentino de “The General”, la gema épica de diez minutos “Coma” y la festejada balada “Patience”. Esa segunda noche vio a Duff McKagan tomar el micrófono para liderar el cover “New Rose” (The Damned) y la inclusión de “Slither” (Velvet Revolver). En las dos presentaciones se mantuvo vivo el homenaje a Ozzy Osbourne, con una versión de “Sabbath Bloody Sabbath” que encendió una ovación. Finalmente, “Nightrain” y el corolario con “Paradise City”, cerraron su novena visita al país, sellando el ineludible lazo afectivo que el público argentino y Guns N’ Roses construyeron desde hace más de 30 años.