Los finlandeses ocupaban ya un destacado lugar en la escena, gracias a una seguidilla de muy buenos discos y grandes performances en vivo, cuando en 2004 llegara el momento de su quinto álbum, en el que, aún sin saberlo, estaban a punto de despedirse de Tarja Turunen, su cantante. Continuando ciertas características de su predecesor, “Century’s Child”, Nightwish volvería a apostar a las guitarras bien al frente para “Once”, pero dándole al mismo tiempo protagonismo a las orquestaciones. Sobre este último punto, para este disco la banda contó con el aporte de la Orquesta Filármonica de Londres, agrupación responsable, entre muchas otras obras, de la banda sonora de “El Señor de los Anillos”, saga fantástica que cuenta con el fanatismo del tecladista y líder de la banda, Tuomas Holopainen.
“Dark Chest of Wonders” inicia el álbum a puro machaqueo y potentes riffs de guitarra, adornados con una épica orquestación y uno de los mejores estribillos de la placa, permitiendo el lucimiento de la vocalista, en un tema poderoso y directo, aunque también se permite destacados cambios de ritmo que lo nutren de gran manera. El segundo tema, “I Wish I Had an Angel”, despeja cualquier duda: Nightwish sabe cómo enganchar. Una melodía pegadiza, nuevamente un genial estribillo (con grandes aportes del bajista y segunda voz de la banda, Marco Hietala) y el buen gusto compositivo de Holopainen enmarcan una obra maestra, resumida justamente en el preciso solo del tecladista, donde nada sobra y todo alcanza. Cierto aire tecno le da a la canción un tinte modernoso, sin perder su base clásica.
Base clásica que se hace presente en “Nemo”, uno de los puntos más altos del disco. Aquí, a la excelente composición, que acomoda instrumentos a partir del piano maestro, se le suma la melodiosa e incomparable voz de Tarja Turunen. La vocalista es capaz de dotar de color, textura y sentimiento al relato de la canción, explotando en un brillante estribillo que se posiciona como uno de los mejores momentos de la discografía del grupo. La fórmula de los primeros temas del disco se invierte para “Planet Hell”; aquí las épicas orquestaciones son las que dejan lugar al heavy metal, presentándose de manera arrolladora y en perfecta armonía con la dupla vocal Turunen-Hietala.
“Creek Mary’s Blood” ofrece otro de los grandes momentos de la placa. Cargada de emoción, e inspirado en los pueblos originarios de Norteamérica, el tema presenta una muy lograda mixtura de elementos, allí se combinan con sapiencia orquestaciones, sonidos distorsionados e instrumentaciones tradicionales de aquellos pueblos, como la flauta sobre el final, acompañando un poema en idoma lakota recitado por el músico nativo americano John Two-Hawks. Los arreglos orquestales y ambientaciones vuelven a tomar protagonismo en “The Siren”, con un destacado dueto vocal entre Tarja y Marco, antes de que “Dead Gardens” nos devuelva al Nightwish más pesado y directo, senda continuada con la todavía más pesada “Romanticide”, canción enriquecida con grandes cambios de ritmo y un excelso solo a cargo del guitarrista Emppu Vuorinen.
La parte del final del disco inicia con “Ghost Love Score”, una monumental composición de metal sinfónico en su máximo esplendor. Sus 10 minutos de duración se reparten entre sublimes orquestaciones y excelsas melodías vocales de Tarja, la fórmula ganadora de Nightwish, para una canción que fuera descrita por Holopainen como “el trabajo más ambicioso que hemos hecho”. La balada “Kuolema Tekee Taiteilijan” (cantada íntegramente en finés) se traduce en que “la muerte hace al artista”, y nos presenta a Turunen en formato casi solista, acompañada únicamente por orquestaciones. “Higher Than Hope”, otra balada, pero en formato más “tradicional”, iniciando con guitarras acústicas para luego tornarse heavy, es la encargada de cerrar el disco (aunque la edición argentina incluyera luego un cover de “Symphony of Destruction”, además de 2 bonus tracks), con Tarja llegando a notas tan altas como indica el nombre del tema.
“Once” resume lo mejor de Nightwish y lo condensa en una obra compacta, con momentos altísimos y sin fisuras, logrando composiciones efectivas que consolidaron el muy buen resultado final. Meses después de la salida del disco, un duro comunicado indicaría que Tarja Turunen estaba fuera de Nightwish. Con ello se cerraba una primera etapa para la banda, donde, a partir del melodioso canto de la sirena, se presentaron ante el mundo.
El legado de “Once” de Nightwish
Con “Once”, Nightwish consolidó definitivamente su liderazgo en el metal sinfónico. El álbum continuó el sendero exitoso de sus trabajos previos y otorgó una masiva popularidad a nivel mundial para la banda.
Temas como “I Wish I Had an Angel”, “Nemo” o “Ghost Love Score”, entre otros, se convirtieron en clásicos inmediatos de la banda, perdurando de manera inamovible en su repertorio.
El ser el último disco con Tarja Turunen definitivamente le dio a “Once” el papel de representar el fin de una era (como se nombraría el dvd de su correspondiente gira), sirviendo de punto cúlmine del trabajo entre Nightwish y la cantante, quien continuó su carrera de manera solista.
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