Crónica: Roberto Isa / Fotos: Leo Rocca

La emblemática banda de power metal regresó a la Argentina luego de 12 años para ofrecer un show con todos los ingredientes de un gran espectáculo.

La fortuna de residir en un país que suele ser parada obligatoria para las bandas de rock y heavy metal a veces presenta excepciones, y una de ellas es Dragonforce. Es que la agrupación, una de las más reconocidas y alabadas dentro del power metal, se tomó un largo tiempo para volver a tocar en Argentina, luego de los shows de 2009 y 2012. Con la excusa principal de la presentación de su más reciente trabajo discográfico, “Warp Speed Warriors”, editado este año, el conjunto británico comandado por el guitarrista chino Herman Li regresó al país con un espectáculo sublime.

Los experimentados Azeroth, banda local recurrente en las visitas internacionales, brindaron el show de apertura ante un Teatro Vorterix que ya lucía casi repleto. Quizás por la larga espera, la expectativa era grande, con el recinto cubierto en prácticamente toda su totalidad para cuando llegaba la hora del acto principal. Mientras el público aguardaba, el sonidista del Vorterix hizo sonar la pista de “Symphony of Destruction”, de Megadeth, y la concurrencia inmediatamente lo adaptó a un espontáneo “Dragonforce, Dragonforce, aguante Dragonforce” coreado por todo el Teatro, demostrando que el clima era el óptimo para vivir una fiesta metalera.

Puntualmente a las 21 horas, comenzó el juego de luces para el inicio del recital, acompañado por una considerable pirotecnia que sorprendió hasta al personal de seguridad apostado al pie del escenario, y que sería una constante a lo largo del show. La poderosa “Revolution Deathsquad” abrió el fuego para que a continuación “Cry Thunder” demuestre que es una de las favoritas de sus fans, siendo cantada al unísono. Lo primero a destacar de la propuesta de Dragonforce viene a partir de su dupla de guitarristas líderes, conformada por Li y Sam Totman. Reconocidos por su virtuosismo y vertiginoso estilo, ejecutan los complejos solos de manera idéntica a como suenan en los discos. Secundando a los violeros, quien destaca en protagonismo es el vocalista Marc Hudson, encargado del ida y vuelta con el público, nombrando la relación entre la banda y el mundo de los videojuegos, ganándose el beneplácito de gran parte de la concurrencia, o jugando con la tradicional comparación con el público de países vecinos, con los abucheos de rigor como parte del show.

La mencionada unión entre Dragonforce y los fichines es bien sabida; en su recital hay temas basados en la saga de videojuegos “La leyenda de Zelda” (“Power of the Triforce”) e incluso Hudson recibe una guitarra del juego “Guitar Hero” durante el show, recordando la colaboración del grupo con dicha franquicia, que le ayudó a ganar toda una legión de adeptos. Con suma precisión, la banda interpreta a toda velocidad las complejas piezas de “Black Fire” o “Fury of the Storm”, donde se arman grandes rondas entre el público. Completando al grupo se encuentran la bajista Alicia Vigil (de notable presencia escénica), reemplazante del histórico Frédéric Leclercq (actualmente en Kreator), junto con el baterista Gee Anzalone y el guitarrista de acompañamiento Billy Wilkins. Dragonforce en vivo despliega carisma y energía, es una banda que invita al público constantemente a sumarse en el festejo y que aporta los elementos necesarios para que el festín sea efectivo: a la excelente ejecución musical se le suman los elementos técnicos y la buena conjunción de sus integrantes sobre las tablas.

“Valley of the Damned”, monumental composición de tintes épicos y coros grandilocuentes, cerró la primera parte del recital, dando lugar a un breve receso y el retorno de los músicos para los bises, que incluyeron covers  de Celine Dion y Taylor Swift en versión power metal, como el clásico “My Heart Will Go On” (Sí, el de “Titanic”), y “Wildest Dreams”, con imágenes bizarras de la estrella del pop en la pantalla. Para el final, quedaron la optimista “Heart of a Dragon” y la demoledora “Through The Fire And Flames”, la que, como no podía ser de otra forma, incluyó una gran cantidad de fuegos artificiales y humo, además de una lluvia de papel picado para culminar la celebración del power metal en el Teatro Vorterix de la mejor manera.