Por Luciano Scarrone
Antes de la salida de Poder Latino, A.N.I.M.A.L. ya tenía tres discos editados, algunos videoclips rotando en canales de tv por cable, algunos “hits” sonando en Rock & Pop, y una buena cantidad de seguidores a lo largo y ancho de la Argentina. Aún sin alcanzar la masividad que alcanzaría luego de este disco, se movía ya como un bicho medio raro de la escena. Ya estaban decididos a crecer.
¿El panorama musical de 1998? Almafuerte publica su tercer disco de estudio, Almafuerte; Todos Tus Muertos, El camino real; Catupecu Machu, A morir!!!; Walter Giardino Temple (con Martín Carrizo, ex.compañero de Giménez y Corvalán), Temple; Jesus Martyr, Sudamerican porno; entre tantos otros, claro. Metallica, Garage Inc.; Sepultura (primero sin Max), Against; Soulfly (primero con Max – guiño), Soulfly; Korn, Follow the leader. Son sólo algunas muestras de lo que estaba sucediendo, una pequeñita porción; especialmente si lo pensamos en el plano internacional. Y es que la década de los noventa vio explotar en mil partes a la música pesada del mundo y, como siempre, algunas de esas pequeñas partes llegaron a Argentina y se desarrollaron bajo el peso de las condiciones y la idiosincrasia local. Todos los derivados del metal extremo, el hardcore, y por supuesto, el nü metal, son hijos de los noventa. En esa década encontraron su gloria (¿y su fin?) y, aprovechando las herramientas comunicacionales nacientes, se expandieron todo lo que la industria les permitió. Algunos lo sobrellevaron mejor que otros.
Para mediados de los noventa, la Argentina tenía una escuela de ser y hacer metal muy marcada. Tal vez como coraza para sostener un movimiento que a fuerza de muchos golpes se venía desarrollando desde hacía poco más de diez años, no había podido ni querido sacarse de encima un montón de limitaciones propias y mantenía a “raja tabla” ciertas convenciones que todos aceptaban como “la posta”. Poder Latino le meó la cara a todo eso. Por supuesto que ese estilo de metal argento, con una clara influencia del thrash, y un discurso y una estética determinadas, sigue funcionando muy bien. Pero lo que A.N.I.M.A.L. nos trajo con Poder Latino fue una nueva campana. Un nuevo camino… El discurso, tanto en las letras como en las apariciones públicas, había mutado. Sumado al relato pro-indigenista que mantuvo desde sus inicios, pone al frente la idea de la “latina nación”, de la patria grande, que no estaba muy internalizada en el discurso del metal argentino; y desde Argentina lleva de gira ese mensaje por toda Latinoamérica, Estados Unidos y Europa, como no lo había hecho ninguna otra banda antes (y pocas lo harán después). Así, algunas cuestiones siempre inherentes al metal como la identidad, el aguante, e incluso la espiritualidad, encuentran otra vía de escape, de expresión, nutriéndose de otros factores y otras referencias.
Aunque en los discos anteriores se nota una búsqueda permanente que da muestra de distintas influencias, el sonido y las composiciones de Poder Latino se alejaron definitivamente de las formas clásicas del metal argentino y mostraron un acercamiento a tendencias alternativas y al nü metal estadounidense que por aquellos años dominaba los mercados de todo el mundo. Nota importante en este asunto: lo que hizo A.N.I.M.A.L. con el nü metal fue quitarle la cuota de hip-hop (sacando alguna excepción, como “Loco Pro”, o “Chalito” del disco El nuevo camino del hombre) que en Argentina nunca tuvo demasiado peso, y le agregó elementos del hardcore, tanto en el sentido musical como en lo referente a la estética (urbana), que en nuestro país se había desarrollado en los primeros años noventa (B.A.H.C). Con el correr de los años (incluso tras la partida de Andrés Vilanova y Marcelo Corvalán), Andrés Giménez seguiría trabajando de manera incansable en lo referido al sonido de la banda.
Como suele suceder, todo elemento nuevo que emerge y revoluciona el contexto que lo contiene, genera miradas dispares. A.N.I.M.A.L. no fue la excepción. Poder Latino los llevó a disputarle los lugares de privilegio a los “grandes” del metal, y eso no sería gratis. Por envidia, mediocridad, o simplemente por ser, aparecieron esas voces que siempre intentan denostar al otro con un montón de antigüedades bien conocidas en el mundo metalero. Y mirá si habrá sido grande el quilombo que armaron en la movida que no sólo desde adentro los tildaron de “descolocaditos de la revolución”, sino que también aparecieron otros parásitos de costadito acusándolos de “falso, puto, puto, hijo de puta…”. Una vez, alguien colgó en una tribuna una bandera argentina que decía “Bielsa, el tiempo te dará la razón”. Parece que el tiempo le tiró un buen centro a Giménez, también.
A.N.I.M.A.L. supo contar con una estructura firme que le sirvió para aguantar muchos de esos palos y hacerse su camino, a la vez que dejaba huellas para los que vendrían detrás. Y aunque tiempo después esa estructura interna tambaleara un poco y dejara algún sabor amargo en muchas bocas, otra vez la historia dio revancha y veinte años después de ese gran disco, hoy podemos celebrarlo con la banda arriba del escenario.
El poder latino sigue marcando el camino, y en tiempos en que las bandas emergentes deben tomar un rol activo y pelear desde sus trincheras para mantener vivo esto que amamos, es importante saber que algunos grandes todavía están ahí para recordarnos al barrio patrón de Latinoamérica.
Comentarios