Crónica: Roberto Isa / Fotos: Gallo Bluguermann

Tras su primer show en Huracán, Maiden deslumbró en su segunda noche consecutiva en Argentina, frente a un Movistar Arena repleto.

Las circunstancias extraordinarias están para aprovecharse, y pocas veces se presenta una como esta: ver a una banda gigante como Iron Maiden en un recinto ‘pequeño’ como el Movistar Arena, en el barrio porteño de Villa Crespo. La demanda no tardó en demostrarlo: el show se agotó en minutos, tal como ocurrió con la fecha previamente programada en el estadio de Huracán.

Si en la primera de las funciones en Buenos Aires se pudo disfrutar de un excelente recital acompañado por más de 40 mil espectadores, para esta segunda presentación el foco estaría directamente puesto en la interacción de la banda en un entorno más íntimo. Desde temprano, los alrededores del Movistar lucían colapsados por los afortunados asistentes, quienes llenaron el recinto desde el acto de apertura. Nuevamente a cargo de Malón, quienes demostraron una vez más estar a la altura de las grandes citas, siendo ellos mismos leyendas en el plano local. Con un setlist similar al del día anterior, los ex-Hermética sumaron “Soy de la esquina”, un clásico de La H, para el cierre de su breve pero potente show.

La espera por ver a Maiden finalizó con puntualidad a la hora señalada, y en cuanto las luces se apagaron, y comenzaba la épica melodía de la película “Blade Runner”, los allí presentes sabían que un espectáculo único tomaría lugar en instantes. Coreando la pista (popularizada en nuestro país por ser la cortina musical del programa televisivo “Fútbol de Primera”), la ansiedad del público se agigantó al corear con aún más fervor la introducción de “Caught Somewhere in Time”, el tema de apertura.  La banda salió a escena, con Bruce Dickinson apareciendo en última instancia para tomar el comando escénico de la noche, aunque el timón sea de Steve Harris. El bajista inicia el grave y acompasado riff de “Stranger in a Strange Land” poniendo a todos a saltar, como también lo harían durante la segunda parte del magnífico solo de guitarra a cargo de Adrian Smith. “No llores por mí, Argentina… ¡grita por mí, Argentina!”, pidió Dickinson antes de “The Writing on the Wall”, el que es sin dudas el tema más reconocido del último disco, “Senjutsu”, adoptado como un nuevo clásico por los fans, a juzgar por los coros durante toda la canción.

Entre medio de la presentación de otro par de nuevos temas, como “Days of the Future Past” y “The Time Machine”, Dickinson se tomó un momento para recordar su visita a Argentina como solista, en el estadio Obras allá por 1997, cuando vino al país acompañado de Adrian Smith para presentarse en el festival “Masters of Metal”, trazando paralelos entre aquella experiencia y la comodidad del moderno Arena, que pareció encantarle. “The Prisioner” demostró ser un acierto en la lista dentro de los clásicos a elegir, pero más aún lo fue el regreso de “Can I Play With Madness” a las giras de Maiden. Presentado contando hasta “4” en castellano por Dickinson, el tema provocó que el estadio esté cerca de venirse abajo. Durante “Heaven Can Wait”, el Eddie Cyborg de “Somewhere in Time” se debatió en un duelo pirotécnico con el cantante, terminando con una llamarada explosiva para confirmar que ni por tratarse de un recinto cerrado La Bestia reduce sus esfuerzos por complacer a la concurrencia.

“Alexander The Great” desató el delirio apenas se reveló el telón de fondo con Eddie encarnando a Alejandro Magno. Era una deuda largamente esperada por los fanáticos, y su debut en vivo fue sublime, con un destacado pasaje protagonizado por el trío de guitarras: Dave Murray, Janick Gers y Adrian Smith. A propósito de Smith, claramente se erigió como la figura destacada en cuanto a la ejecución de las 6 cuerdas. Si en álbumes como “The Number of the Beast” o “Piece of Mind” quien llevaba la batuta guitarrística era Murray, para “Somewhere in Time” la figura de Smith tomó especial relevancia, y lo mismo se traslada a las presentaciones en vivo de las canciones de dicho disco. Pero claro que Maiden se destaca más en conjunto, y así lo demuestra “Fear of The Dark”, clásico imperecedero que atraviesa todos los climas y que en cada presentación confirma su lugar destacado entre las preferencias del público.

Como recordó alguna vez Lars Ulrich, baterista de Metallica, en el documental “Flight 666”, los movimientos de Nicko McBrain detrás de su imponente batería pueden ser difíciles de seguir con la vista, pero su sonido es inconfundible. McBrain aportó el complemento perfecto a la sección rítmica de Harris, algo evidente en el intermedio de “Iron Maiden”. Este tema, además de poner a Janick Gers frente a Eddie en un duelo épico, marcó el cierre del primer tramo del show, dejando a McBrain solo en el escenario para saludar al público en una evidente señal de despedida.

Para el tramo final del concierto quedaba todavía tiempo para la extensa y abrasadora (por la música y por las llamaradas en el escenario) “Hell on Earth”, uno de los puntos más altos de “Senjutsu”, acompañado por aplausos y coros en toda su duración. El himno metálico “The Trooper” arremetió con la inconfundible cabalgata made in Harris y la potencia habitual de un tema que ayudó a llevar a la música pesada al siguiente nivel. Como cierre, la emotiva y optimista “Wasted Years” funcionó como broche perfecto para bajar la persiana de un show sin fisuras. Antes de dejar el escenario, Bruce Dickinson agradeció las dos noches vividas en Argentina y dejó una promesa: “Los veremos nuevamente en dos años, para la gira del 50 aniversario”. Desde ya, miles de fanáticos comenzaron la cuenta regresiva.