Crónica: Nahuel Escalada / Fotos: Florencia Giuliana
Septicflesh debutó en suelo porteño en el marco del Blast Festival junto a los italianos Fleshgod Apocalypse, detonando Palermo Club en una velada a puro death metal.
Siempre es oportuno estar presente en la primera visita de una banda al país. Tanto para ellos como para nosotros es decisivo: si la impresión arriba de las tablas es buena, hay muchas chances de que vuelvan y hasta de llevar un poco más de gente. Y si no, bueno… pregúntenle a Brujería. Es así que el viernes 20 de octubre, Septiflesh y Fleshgod Apocalypse visitaron por primera vez Buenos Aires bajo el evento “Blast Festival” que también los llevaría a las ciudades de Rosario y Córdoba.
Mientras el reloj se aproximaba a las 20, los cordobeses Mortourial Eclipse ya habían terminado su set y los locales Lepergod agitaban con su death metal extremo. Quizás haya sido que a unas pocas cuadras Sepultura se preparaba en Groove, que la convocación fue bastante escasa y apenas unas ¿400? ¿500 personas? ocuparon el salón de Palermo Club. Si bien el recinto ubicado en la calle Borges al 2450 no se caracteriza por ser un lugar grande y mucho menos uno para recitales de esta categoría, la poca concurrencia se hizo notar. A Fleshgod Apocalypse eso no le importó y tras caminar entre el público se acomodaron y al son de “In Aeternum” desplegaron todo su arsenal de violas al palo, blast beats infernales y guturales que atacan a la yugular. Pero, los oriundos de Italia tuvieron que lidiar con varios problemas de sonido en toda la presentación (mala acústica de la batería, la guitarra de Tommaso Riccardi nunca sonó) y así temas como “Healing Throught War” y el hit “The Violation” –el más festejado- no lograron deslumbrar como deberían. Aun así, no fue un impedimento para que la banda pusiera el pecho a las balas y un puñado de fanáticos festejara su llegada.
El caso de Septicflesh fue un poco distinto. Desde el inicio con “War in Heaven”, los instrumentos se acomodaron mucho mejor y las pistas sinfónicas fueron las únicas que sufrieron al perderse en más de una oportunidad dentro de la bola sonora. La seguidilla de “Communion” y “Pyramid God” dejó a más de uno con la mandíbula por el piso y recién para el inicio de “Martyr” el vocalista y bajista Seth Siro Anton se dignó a decir algunas palabras como “qué bueno es estar acá, amigos míos”. Entre algunas de las cosas más reprochables de Palermo Club, lo más molesto fue el escenario que estuvo a medio metro del piso, con lo cual, para la gente que estuvo detrás fue bastante difícil de ver. El setlist siguió su curso y temazos como “The Vampire from Nazareth”, “Portrait of a Headless Man” y “Unbeliver” lograron algunos pogos desenfrenados. “Persepolis”, el ya clásico “Anubis” y “Prometheus” fueron los encargados de cerrar la noche y así Septicflesh dio por finalizada su primera visita a Buenos Aires. A pesar de las dificultades técnicas, ambas bandas demostraron bancarse los trapos y si es que vuelven, esperemos que la próxima vez sea en un lugar más acorde porque se lo merecen.
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