Crónica: Juan Manuel Guarino / Fotos: Román Gaydukov

Las circunstancias que acaecieron sobre el show de Blaze bien podrían valer por sí mismas para tildar a la velada como trágica. Para empezar, el reciento donde se llevó a cabo el evento se trató de un espacio con recursos muy precarios para un evento de esta naturaleza. La cita fue en Pana Rock, una especie de salón ubicado en el primer piso de un edificio, con un escenario muy pequeño y con una acústica prácticamente nula, por lo que pueden ir suponiendo como aturdían las guitarras una vez que el sonido rebotaba en las paredes. Destacable la labor de los músicos quienes, conforme se fueron sucediendo los temas del repertorio, se las fueron ingeniando para ir acomodando el sonido para que no sea una pelota de ruido total. Pero sin dudas el más perjudicado fue el micrófono del propio Blaze, el cual hizo acoples durante buena parte del show y hasta llegó directamente a fallecer en más de una oportunidad, como durante el final de “Como Estáis Amigos”. Realmente un cantante que pasó por las filas de Iron Maiden merece algo mejor y más adecuado a las circunstancias. Otro detalle a tener en cuenta fue la hora de inicio del evento principal; a mitad de semana, en plena jornada laborable, las 23.00 horas es demasiado tarde, sobre todo para quienes madrugan al día siguiente para ir a trabajar.

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Yendo al protagonista de la noche, y a diferencia de lo ocurrido en su última presentación en 2011, Blaze optó en esta oportunidad por conformar su set list mayoritariamente con composiciones de su época junto a las tropas de Steve Harris. ¿Decisión acertada? Ni. Quienes más o menos estén al tanto del material solista tras su salida de la Doncella sabrán que, a diferencia del aflictivo Paul Di’Anno, Blaze logró hacerse de un repertorio propio más que digno. Prueba de ello pueden encontrar en el fabuloso directo “The Night That Will Not Die” (2009) que resume muy fidedignamente lo más destacado del material en solitario de Bayley, además de demostrar que no necesita refugiarse exclusivamente en su material grabado junto a Iron Maiden.
Volviendo a la noche que nos atañe, si toman por verdadero lo antedicho no menos cierto es que el público disfrutó a rabiar (aún con todas las circunstancias adversas narradas anteriormente) el poder escuchar en vivo perlas relegadas al olvido en la discografía de La Doncella como “Jugdment of Heaven”, “Futureal”, “Lighting Strike Twice” o “Look for the Truth”, evidenciando que el material de Blaze junto a Maiden no tuvo el reconocimiento merecido, no por ser desechable, sino por estar demasiado alejado de lo logrado por la banda junto a Dickinson. Es que ni todas las adversidades juntas pueden dañar canciones tan fantásticas como “The Clansman” o “Sign of the Cross”. Y es aquí donde todos los siniestros que pudieron haber ensuciado la noche pasan a segundo plano; porque verlo a Blaze cantar durante todo el show parado en el borde del escenario, tendido por sobre encima de los presentes (que estimo, no llegábamos ni a doscientos), arrojándoles todo su sudor sobre ellos, y dejando hasta la última cuota de energía en cada canción (y hasta la última lágrima, porque se lo notaba visiblemente emocionado ante la respuesta de los fans argentinos), todo eso junto conforman imágenes y sentimientos que difícilmente se pueden apreciar en los shows de estadios. Porque es en esta clase de shows así de íntimos, pequeños, entrañables e imperfectos, en donde todos los defectos son convertidos en virtudes gracias a la devoción de quienes están arriba y debajo del escenario.

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Ahora, habiendo dicho todo esto, ¿era necesario incluir “Fear of the Dark” en la lista de temas? Aquí creo que Blaze erró. Y si bien fue vitoreada como no podía ser de otra forma, creo que era innecesario apelar a un tema de Dickinson habiendo tanto material de la época de Blaze a la que se le podía echar mano, o ¿por qué no? a sacar también más de su propio repertorio. También creo que fue innecesaria la regañina que les dio a los músicos que lo acompañaban por empezar antes de tiempo en “When Two Worlds Collide”. Fue simplemente una falla de coordinación, entendible si consideramos que son artistas locales invitados y que no están juntos durante toda la gira. Momento claramente incómodo del show.
Fuera de esto último, Blaze se fue dejando a los presentes más que satisfechos. Pero eso sí: a trabajar en rearmar una banda propia como corresponde para así poder lograr alcanzar condiciones de infraestructura acorde a sus necesidades. Su reciente trabajo “Infinite Entanglement” parece ser el primer paso para lograrlo. Esperemos que siga así.