¿Cuál es la reflexión? ¿Qué finalmente nuestro amigo de la vida ha engordado demasiado y que en lugar de un punk rocker se parece, físicamente, a un sucio gordo de la CGT? ¿Muy lejos de SID, demasiado cerca de nuestras impresentables tías? El destino de la rebeldía sin política (sin construcción colectiva) de los artistas es la digestión por parte del capitalismo. Exponerlo, pasearlo, como trofeo de una íntima traición. De una agresividad vuelta sobre sí mismo. Victoria de la mercancía sobre un pobre humano, demasiado humano. ¿Cuánto más podría resistirse a la cómoda vida que neutraliza el pensamiento, la crítica, el nervio cuya energía está ahí, aún conservada, en el streaming de la red? Los mediocres se hacen un festín con las fotos, lo señalan con el dedito, “ahí lo tenés al anarquista”, “mirá cómo terminó”, etc. Insensibles a la tristeza de la pérdida de la juventud, que es la máquina, el fuego mismo del rock and roll. El rock es el intento de ser joven siempre, de rebelarse contra la esencia, de mutar de una forma a otra sin llegar a consolidarla, de no llegar jamás a ser aquello que nos hace ser lo que somos. De resistirse a la identidad.
La digestión de Lyndon por el mercado es quizás muy vieja, sucedió hace tanto tiempo que ni vale la pena puntualizarla en su trayectoria. La prensa amarilla nos vomita esa digestión, absolutamente realizada, e incapaz de soportarlo, estéticamente. Lo ridiculiza para ridiculizar su legado. Presenta su antítesis exacta. Obeso, comprando en shoppings, arrastrando una valija con el escudo del Arsenal FC y una bolsa de compras del free shop… La contracara de aquél flaco histérico, que usaba clips de aritos, y quería anarquía para su descompuesta, podrida, ciudad liberal.
Sin embargo, todo esto no es cierto. Nuestro amigo sigue siendo el amigo- payaso, puteador incansable de la sociedad con la misma voluntad de denunciar la falta de responsabilidad por los otros, su convicción de que la opción correcta es una voluntad de verdad y no de negación, siempre lleno de sentido del humor, provocación, nos invita a otra ronda de birra. En alguna entrevista en la CNN, Rotten afirma que apoya a Obama, x Obamacare, que no puede conectarse con una sociedad que no cuide a su gente. Por ahí también afirma que “no votar es demandar que te ignoren… leé todo lo que puedas y descubrí quién te está usando…”.
No sé muy bien qué esperan “los fans” cuando un artista ya hace tiempo ha dado lo mejor que tenía para dar. Yo sigo esperando lo mismo: sinceridad, honestidad, sentido del humor. Una relación con la identidad en el juego irrefrenable de la diferencia. Todo lo demás es ya política, contentar al otro, estar en forma.
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